Efectivamente, este 2011 debe ser el año en que los manabitas demostremos que somos capaces de ponernos de acuerdo en (sin celos ni cálculos) cada uno de los temas que nos interesan y que, además, podemos proyectarnos como gente de capacidad para poner nuestra inteligencia al servicio de las grandes causas del país.

Por ejemplo, debemos reclamar por más espacios y cuotas de representación en el gobierno central para contar con más y mejores interlocutores que den impulso a nuestros macro proyectos, que como en el caso del puerto internacional de carga de Manta o del aeropuerto intercontinental, de la refinería del Pacífico o de la ruta intermodal hacia Manaos, tienen “tutelaje” o dirección de afuereños, que si bien es cierto pueden tener capacidad en cambio no “sienten la camiseta” de Manabí, y con ello no están en capacidad de “empujar” con más fuerza esos objetivos vitales para el desarrollo regional.
Hay que organizarse de tal forma que los réditos de la contratación pública generen circulante y dinamización económica en esta provincia, y no se vayan a los lugares de donde son las grandes empresas constructoras de carreteras, obras hidrosanitarias, puentes y puertos pesqueros, que por el descuido e irresponsabilidad de nuestros constructores prácticamente se han tomado la provincia y llegan hasta con sus cocineros al lugar del proyecto, relegando con ello a nuestra gente y profesionales.
Tampoco debemos olvidar que es nuestra obligación “presionar” a nuestros representantes para que desde ahora den muestras de liderazgo y manabitismo; y en temas como la Manga del Cura y los proyectos de riego no los dejen caer; y, tanto en uno como en otro escenario, nos garanticemos territorio e inversiones respectivamente.
La unidad también debe ser fundamental, y más allá de las diferencias entre nuestros “lideres” y dirigentes debe primar el sentido de manabitismo que supere las rencillas, el odio, el cálculo, la enemistad y hasta el celo político, que es lo que en muchas ocasiones nos ha hecho perder identidad y protagonismo.
Pero también tenemos que organizarnos como comunidad, porque esa postura del menor esfuerzo que “practicamos” para obtener todo tipo de beneficios es lo que nos ha situado como gente cómoda y sin sacrificios, porque siempre habrá “otro” que haga las cosas por nosotros y eso nos desdibuja como comunidad organizada y pensante.
Organizarse para reclamar por inversión productiva, por sacarle provecho a la inversión vial y de infraestructura para riego, por tecnificación y capacitación productiva, por exploración de nuevos mercados y por desarrollo turístico, también deben ser escenarios de efectiva organización poblacional en Manabí, donde ya debemos pasar de meros observadores de decisiones a decidores de nuestros presente y futuro. Solo de nosotros depende.  <