Sin embargo, “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Sin duda que muchos aprenden su lección y se apuran por mostrar que su arrepentimiento es cierto y están por servir a la comunidad una vez que han pagado su deuda con la misma.
Pero hay también de los otros, que son los que más sobresalen debido a que las repercusiones de sus actos son mayores por la incidencia negativa, marcados por la reincidencia en los crímenes, a veces con más saña y alevosía que en los inicios de sus fechorías.
Entonces la ciudadanía se pregunta ¿de qué sirve la encarcelación? Y con mayor preocupación cuando se sabe que desde la misma penitenciaría capos mafiosos ejercen control de bandas de facinerosos, que realizan sus malévola actividad con creciente violencia.
Y lo hacen con facilidades que desconciertan a los ecuatorianos de bien, porque se entiende que dentro de los establecimientos donde están encerrados existe un control estricto que los limita a la posesión de objetos y bienes que únicamente los vigilantes les permiten. Lo que no es cierto.
La realidad contrasta con la teoría, como lo señala la cantidad de armas, drogas, licores, celulares y otros objetos que les están prohibidos poseer, pero que constantemente son utilizados en las riñas internas que causan heridos y muertos, como lo sucedido en la cárcel de El Rodeo el martes pasado.
¿De dónde salen las armas? ¿Qué control ejercen los guías penitenciarios? El control interno de los Centros de Rehabilitación es uno de los factores que el gobierno debe enfrentar para la reducción de la ola criminal.  <