Quisiera referirme al lamentable accidente ocurrido en la madrugada de hoy (en La Crespa) y que además del dolor que me embarga por las irreparables pérdidas humanas y el significado para sus familias, justo en estas fechas, es el hecho de que como usuario habitual de estas unidades, en la ruta Santo Domingo - Portoviejo, he podido palpar el quemeimportismo, el irrefrenable deseo de competencia y la irresponsabilidad de los conductores del transporte público.
Reina del Camino o Carlos Aray (además de otras) cuando cumplen sus rutas están siempre en competencia por ganar un pasajero, pero hay ocasiones que se demoran angustiosamente en alguna parada, en una agencia de la cooperativa, sólo con el afán de llenar el bus; pero, y es lo más importante, "descuentan" ese tiempo corriendo a todo lo que sus máquinas pueden dar. Hacen oídos sordos y hasta se ponen altaneros, groseros si es que alguien les reclama.
Estas moles de miedo, de velocidad y de muerte abusan de su condición para intimidar a los vehículos más pequeños.
Correcta la decisión de suspender a la cooperativa, pero extemporánea, las vidas perdidas ya no pueden volver. Pero a aquellos "choferes" que se vuelven dueños de nuestras vidas cada vez que nos embarcamos en sus unidades, deberían tomarles exámenes psicológicos, darles cursos intensivos de leyes de tránsito (no conocen la ley) y talleres de relaciones humanas.