El tiempo es propicio para que cada persona individualmente y no digamos los grupos, comunidades y estamentos sociales, después de revisar sus resultados de diversa índole, se fijen metas para cumplirlas en períodos que se impongan en el futuro, los que por lo regular y legalmente son anuales para instituciones y empresas, pero pueden extenderse para toda la vida de la persona, tratándose de asuntos individuales y de conducta.

Los temas presupuestarios también están regidos por las normas contables y financieras y existen multitud de aspectos en que se aplica esta periodicidad; empero, las personas se proponen, por decir, no volver a fumar o consumir alcohol a partir del próximo año; otros, conocemos, aspiran terminar su libro, una obra de arte, o lograr una meta deportiva; también hay infinidad de temas sentimentales que el ser humano los coincide con etapas anuales como la que estamos a punto de arribar.
En todo caso, respetando la privacidad personal, nos permitimos animar a nuestros lectores para que con esta ocasión de cambio de año se fijen logros positivos que los beneficien personalmente y a sus círculos familiares íntimos y cercanos, dado que multiplicados estos, indefectiblemente redundarán en los grupos que los rodean y por ende, en la sociedad en general a la que nos pertenecemos.
Si lo anterior tiene cabida en quienes ocupan funciones de servicio público, más aún si son de elección popular -a cualquier nivel-, agregando correcciones a lo negativo que pudieron haber experimentado, consideramos que mejores días esperan a tales funcionarios y consecuentemente a quienes los elegimos, que somos el universo al que ellos se deben en obligaciones, y al que finalmente deberán rendir cuentas de los favorables resultados de cualquier mejor actitud que inicien en estas festividades.