"Nuestro oficio es tejer". Esa fue la expresión de Pascuala Anchundia, de 72 años, habitante del sitio Pile, quien aprendió a elaborar el sombrero fino de paja toquilla desde las 7 años.
Anchundia demostró, el viernes por la noche, cómo se teje un sombrero.
Al lado de Anchundia estaba Júnior López Espinal, de 15 años y estudiante del colegio Domingo Olmedo Delgado Mantuano, confeccionando un sombrero.
López, quien apoyaba parte de su cuerpo con una muleta, recordó que después de recuperarse de un accidente de tránsito comenzó a tejer.
"Es una labor muy bonita y menos remunerada", dijo López, quien es el abanderado de la entidad educativa de Pile.
Con esa versión concuerda Domingo Carranza, presidente de la Asociación de Sombreros Finos, quien señaló que en Pile, los intermediarios pagan por un sombrero extra fino entre 300 a 400 dólares. "En el exterior lo comercializan de 5 a 10 mil dólares" indicó entre lamentoS Carranza.
Es por eso que los más de mil habitante de Pile decidieron emigrar a Venezuela porque lo que ganaban en la confección de un sombrero no le alcanzaba para sobrevivir.
Los propios artesanos se lamenta que ellos no hayan aprendido a darle la forma final al sombrero. "Confeccionamos el sombrero, pero son otras personas los que dan el acabado final como el planchado, despeluzar y darle la forma con una máquina.
Un artesano demora entre 3 a 4 meses en confeccionar un sombrero. Los artesanos de Pile vieron con agrado que el Ministerio de Patrimonio rememore, en un libro y vídeo, al sombrero manabita. <
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