El estado de crisis de la “revolución ciudadana” en el Ecuador se hizo ostensible el día 11 de los presentes mes y año, con el irreflexivo mensaje de Rafael Correa, líder de la gobernanza incapaz y corrupta que preside.

Entre todas las sandeces que espetó en uno más de sus desastrosos monólogos sabatinos, llegó a tal extremo desquiciador que anunció se haría personalmente cargo de la seguridad ciudadana en el país, y, aún cuando reconoció no saber mucho sobre el tema, reveló que había solicitado asesoramiento internacional, así como también estaba leyendo para tener un mejor conocimiento. ¡Dios nos ampare sobre las lecciones de sus asesores externos y las lecturas que le recomienden!
En los cuatro años de este “régimen podrido” (según Wikileaks), Correa no escuchó y se burló de los criterios de sabios criminólogos, de autoridades seccionales eficientes y de internacionalistas de la ONU que le plantearon sistemas de combate para luchar y vencer la delincuencia que avanza vertiginosamente por culpa de un gobierno que no tiene la más remota idea de recoger, menos plantear una política de Estado. Y ¿para qué han servido, entonces, los Ministros del Interior?; ¿para qué han servido tantas Secretarías que aumentan el gasto fiscal? Para nada. Y, ¿saben por qué? No tienen capacidad para diseñar un programa válido, como tampoco tienen la personalidad para hacerse respetar del megalómano que los trata en peor forma que a los pajes del medioevo.
Para remate, ahora se le ha ocurrido también desprestigiar a las Fuerzas Armadas en su insensata pretensión de sentirse dueño de la República, lanzando la peregrina idea de que ellas sean las que combatan a los delincuentes, cuando la extravagante Constitución que aprobaron sus esbirros en Montecristi le arrebató a la institución castrense la categoría que las anteriores cartas supremas les otorgaba. Sin embargo, nada habla sobre los delincuentes que roban millones de dólares y que no se encuentran precisamente en las calles, ya que son funcionarios corruptos de esta administración que se han forrado de billetes, al decir de Fausto Ortiz, exministro de Finanzas del correísmo, durante una entrevista en Teleamazonas el día 6 de este mes. A esos funcionarios los ampara la impunidad, por su condición de serviles ante el déspota.
No, economista Correa. Usted se pasó de la raya. Aquello de “audacia, audacia y más audacia” es una frase histórica atribuida a un  talento como Georges Jacques Danton, personaje de la revolución francesa de 1789 –esa sí una revolución -, quien siendo un hombre que su accionar lo acompañaba a la realidad, aún así fue guillotinado por sus mismos compañeros.
Cuanta razón tuvo el francés Pierre Victurnien Vergniaud (un girondino guillotinado por los jacobinos en 1792) cuando exclamó: “La revolución, como Saturno, acaba devorando a sus propios hijos”.