Ese tiempo hacía que los aficionados del Philips Stadion no habían visto perder a los suyos, que concedieron la última derrota frente al Borussia Dortmund en octubre de 2002 (1-3). Ante el Girondins se repitió la historia en un partido sin valor, en el que los dos entrenadores dieron reposo a muchos de sus titulares habituales. Los holandeses tuvieron el balón y los franceses se mostraron verticales y dieron tres lecciones de contraataque que se tradujeron en otros tantos goles y que maquillaron su hasta ahora deplorables cifras girondinas en la competición europea. Los franceses se llevaron de Eindhoven una buena inyección de moral que puede servirles para afrontar mejor la Copa de la UEFA. Avisó Darcheville a los tres minutos y obligó a estirarse a Gómes, el portero brasileño que nada pudo hacer a los siete minutos cuando Faubert recibió un buen balón de Darcheville y abrió el marcador. De nada valió a los de Koeman tener el balón, porque no crearon peligro. Dalmat aprovechó otra contra, esta vez individual, para superar a Gómes de un soberbio disparo de vaselina. Redondeó el marcador Darcheville en otra contra que el propio jugador condujo y culminó de disparo largo. Visto el descalabro de su equipo, Koeman dio entrada a Kluivert -que jugaba sus primeros minutos de la temporada tras una larga lesión- y Koné al volver del descanso, lo que hizo más evidente el dominio holandés, pero no logró que sus hombres inquietaran en exceso la portería francesa. Sólo en los últimos minutos, el peruano Farfán buscó con ansia el tanto del honor, que logró el brasileño Alex de un lanzamiento de falta a los 87 minutos.