Una lectora me ha escrito contándome sobre su hijo de cinco años. Cuenta que su niño, tiene unas terribles rabietas cuando sus padres no hacen lo que él quiere; cuando le provoca algo y no se lo dan inmediatamente; llora, grita, insiste hasta conseguir lo que desea. Incluso luego de que por muchas ocasiones se le pide, por favor, que deje de hacer eso o aquello, él continúa gritando, revolcándose. Realmente rebasa los límites de la paciencia.