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Durmiendo con el enemigo
Durmiendo con el enemigo
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 18 Julio 2010 | 00:00

Todo lo que al presidente Rafael Correa enojó durante su recorrido de las obras que realiza su administración en Manabí, ya había sido denunciado por los medios de comunicación en varias ocasiones.


En varias ocasiones, tantas que pudiera ser el motivo para que su característico proceder escogiera como cuña para decir que los portovejenses son unos gritones, lo que, de acuerdo a la concejala Ana Pilay, lo repitiera en la madrugadora sesión-desayuno a la que el mandatario invitara - días pasados - a la corporación municipal de y en la capital manabita.
Capital manabita que acaba de cumplir una cita cívica de expresión popular, más o menos como un despertar de aquella modorra de la que huelga tratar en este artículo los motivos de su presencia, pero en el que no se puede dejar de mencionar las intenciones oficiales de torpedear su desarrollo, reprochable acción que debería dejar en la conciencia de quienes las mentalizaron -  por ser, aunque fallida, una cuchillada a su propio terruño - una mancha de vergüenza.
Vergüenza, porque primaron cálculos políticos e intereses personales a los que subordinaron el cariño a este solar que deben amar por sobre todas las conveniencias, por respeto, fidelidad;  por haberles dado la oportunidad de desempeñar las funciones que ostentan; para seguir haciendo de ella la “ciudad del valle que domina con altivez de reina castellana”, parafraseando al laureado bardo Vicente Amador Flor, quien, seguro estoy, ya hubiera poetizado la acción pelafustana de quienes caen en el entontecimiento del poder.
Poder que, como todos sabemos, es efímero, y como tal traicionero; poder que lleva a la pérdida de la dignidad extrema como, por ejemplo, ser “perro de buen amo”, betunero de ricos, lisonjeros de corte, alfombreros  de palacio, ocupaciones respetadas cuando sus actores son quienes trabajan para con ello ganar sus sustentos diarios, mas no cuando quienes la protagonizan son funcionarios encargados de mantener el respeto del colectivo social.
Del colectivo social y de hacer respetar al pueblo demandando el cumplimiento de las obras para su desarrollo, informando a sus superiores de las falencias que se presentan, porque es una de las lecturas que los manabitas tenemos de la visita presidencial: un desconocimiento de la realidad.
Realidad en cifras en lo que se refiere a la asignación per cápita para Portoviejo, que fuera aclarada infructuosamente por la concejala Pilay a los oídos sordos del mandatario; realidad en las obras como el paso lateral de El Carmen, como la vía Crucita; realidad como las del puente El Ceibal, tragicómica situación que enervara tanto al mandatario.
Mandatario que debe estar consciente que en la provincia está haciendo agua su administración, excepto en el área de los chimbadores, de los quintacolumnistas, de los nuevos polveados. Necesario, entonces, que vuelva con más frecuencia para que aprenda de la realidad y que los manabitas constatemos que estamos durmiendo con el enemigo. 

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