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El orgullo de ser bombero
El orgullo de ser bombero
Por: Solón Pinoargote Sánchez

Martes 13 Julio 2010 | 00:00

Nuestra entidad bomberil manabita, al igual que las demás del país, se rigen por su normativa jurídica propia contenida en la Ley de Defensa Contra Incendios, codificada en 1979, cuya publicación consta en el Registro Oficial de 19 de abril del citado año; por el Reglamento General para la aplicación de la Ley de Defensa Contra Incendios; por el Reglamento de Aplicación a los artículos 32 y 35 de la Ley de Defensa Contra Incendios reformada; Reglamento de Prevención de Incendios; y, por el Reglamento Orgánico Operativo de Régimen Interno y Disciplina de los Cuerpos de Bomberos del país, no obstante de atenerse a otras leyes y disposiciones de carácter nacional que guarden íntima relación con sus principios y postulados, y administrativo.

En lo que al bombero manabita se refiere, y muy particularmente el portovejense, éstos se encuentran lo suficientemente preparados, mental y psicológicamente para servir a la colectividad ecuatoriana, de manera fundamental en la defensa a las personas y a las propiedades contra el fuego; en  socorrer en caso de catástrofes o siniestros y a efectuar acciones de salvamento conforme a su razón de ser. Pues se trata de un profesional con un depurado patriotismo y de un máximo de abnegación; su profesionalismo presenta una clara concepción del cumplimiento del deber, puesto que tiene firmeza de carácter, cuenta con el valor suficiente, se trata de un ser  obediente y sobre todo, con un alto sentido de compañerismo y lealtad, consecuentemente, un acendrado espíritu bomberil.
En esta tarea interviene, por supuesto, la parte administrativa, la que se erige como  el pilar de las acciones, toda vez que a través de sus departamentos de Capacitación y Prevención de Incendios, junto con la jefatura, delinean y planifican la defensa del cantón. Todo esto obviamente hace que nuestro casaca roja, que sirve como altivez y constante riesgo y con abnegación y disciplina, sea atendido de la mejor manera posible dotándolos de los instrumentos e implementos y equipos necesarios para el cabal cumplimiento de su trabajo. Lamentablemente no cuentan con lo estrictamente necesario, el apoyo económico y material del poder central es poco menos que imprescindible, de los pocos equipos e instrumentos con que cuentan unos están deteriorados  por el uso permanente de ellos y otros han quedado en el relicario de lo que no  sirve.
La ciudadanía, por su parte, debe aportar con lo suyo, el respeto que debe brindársele al bombero, sea que ande con uniforme, tanto porque nos exigen las reglas de conducta cuanto por el despliegue de su trabajo cuando es llamado de emergencia. Es decir, darle la  importancia y el valor real que este tiene frente a todo servidor público o privado, negro o blanco o de lo que sea, para no olvidar que es éste quien prepara un equipo de emergencia, el que tiene un plan de emergencia y por último es el que informa y participa de todas las medidas de seguridad con la suficiente anterioridad en todo aquello que considera de mayor importancia y riesgo.

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