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De asamblea embarrada   a la marcha esperanzada
De asamblea embarrada   a la marcha esperanzada
Por: Jorge Bello
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Viernes 09 Julio 2010 | 00:00

Quiero ser positivo. Revestirme de esperanzas y contagiar a quienes se atrevan a leer estas líneas, pero la realidad y el pragmatismo me obliga a evitar esa venda imaginaria que puede ser tan letal como la mordaza.

Al leer los episodios de la pasada asamblea popular de Portoviejo me queda  la sensación que se embarró la expresión popular. Lo digo mejor, se sustituyó el pensamiento, las ideas, las propuestas, la representación del Portoviejo profundo por barras de unos y otros. Bueno, si se ponen estrictos con el idioma, también se echó lodo a la iniciativa. Las barras,  por más nobles y honestas que sean, es decir que no vayan pagadas o cebadas , tienen consignas preestablecidas: vivar, aplaudir y apoyar ciegamente al personaje o los personajes que las convocan; además de abuchear, pifiar o fastidiar a los que identifican como adversarios de sus auspiciantes. Amén de esa especie de  focas aplaudidoras que pululan en actos gubernamentales. La imagen de desunión, caos y boicot se destacó mucho más que las propuestas. Y no acusen a la prensa de transmitirlo, lo condenable sería que lo oculten. Los adeptos al gobierno central  embarraron su participación sacrificando dignidad, decoro y respetabilidad,  por una absurda expresión de afinidad  y fidelidad no pedida ni necesaria. Pedir o demandar mejoras presupuestarias, obras para Portoviejo o cualquier otro sector,  no es estar contra el gobierno o del presidente. Se nota que ellos son los primeros afectados por esa teoría maniquea de amigo o enemigo, conmigo o contra mí, blanco o negro. Por eso son los más grandes damnificados  del malhadado episodio. Boicoteadores.
Ahora  hay  que salirse de la discusión minúscula por la silla o los juegos de distracción que se nos plantean. Cuando escribo este artículo no conozco aún el detalle del manifiesto público que contiene lo que sería la resolución de la asamblea, a decir de la concejala Vanessa Guillén en Puntualmente, no será una lista de pedidos sino una demanda de reivindicaciones equitativas,  justas y necesarias. La asamblea popular, en sí, es un ejercicio democrático que hay que ir institucionalizando por mandato constitucional;  y que más allá de las leyes debe significar un lugar de encuentro y debate civilizado sobre ideas  y propuestas. No la embarren más.  
El lunes vendría el presidente que todo lo decide, en una confirmación que el país sólo cambió de dueño. Bien harían nuestros representantes, alcalde y concejales, en actuar con dignidad y altivez. Con la cortesía y hospitalidad que nos caracteriza a los portovejenses,  pero a la vez con hidalguía y decoro. No doblen la cerviz.
El miércoles próximo el nuevo Portoviejo que queremos estará de pie en las calles enarbolando banderas de unión, dignidad,  honestidad y  responsabilidad.

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