Se anunció que se avanzaría a una administración “cero papeles”, dando a entender que se simplificarían los trámites mediante el enlace de las diferentes instituciones por Internet.

Si ustedes ingenuamente creyeron que eso era posible, les invito a acompañar a alguien que tenga que matricular un vehículo, tarea que antes, si bien era cansina por las demoras y las colas, se desarrollaba en un solo lugar…
Ahora se debe realizar varias visitas al Consejo Provincial de Tránsito, al SRI y a la Jefatura en la Policía; acumular una serie de papeles, certificados, actas y demás, para mostrarle al empleado que luego de verlos los devuelve, y usted, claro, los archivará para recordar el viacrucis que tuvo que padecer para la bendita matrícula.
Y sólo los masoquistas buscan aquellas acciones en las que deben sufrir; por eso, la mayor parte de los propietarios de vehículos dejan hasta el último momento ese trámite que resulta innecesariamente engorroso.
Pienso que en los funcionarios que toman decisiones falta un poco de creatividad. Un carro que ya se encuentra matriculado, al comienzo del año sólo tiene dos  opciones: o lo matricula el mismo propietario, o lo ha vendido. En el segundo caso, debe haber un registro en la base de datos, porque toda persona que compra un carro de segunda mano consulta con el archivo policial por si acaso sea robado.
Entonces, bien se puede imprimir la matrícula tan pronto se solicite y se presente el certificado de pago del impuesto correspondiente y el de la revisión mecánica. Para qué más movimientos. Para eso sirve la base de datos; si todos los años hay que volver a realizar las comprobaciones del primero, entonces, volvamos a los sistemas manuales que a ratos parece que eran más eficientes por lo rápidos.
Y, como ocurre en la matriculación de los carros, sucede en la matriculación de estudiantes en escuelas y colegios; en todas partes hay que hacer colas, hay que ir de Herodes a Pilatos y hay que gastar dinero y paciencia…
Bien haría el organismo que regula la relación laboral de las personas con el Gobierno, en diseñar procedimientos que sean menos engorrosos, que sean fáciles, que no ocupen tanto tiempo de las personas, porque ese tiempo está robado a la producción, al trabajo.
Si se analizan los diferentes pasos que obligan a dar para todo trámite, enseguida se encuentra varios que son innecesarios; vayamos a lo simple, a lo indispensable que mucho más importante es evitar que la vida de todos se complique más de lo que ya está complicada, cuando se pretende esterilizar al país por decreto, eliminando los vicios por mandato de un Ayatola occidental.
Cero papeles es un buen objetivo, pero ojalá no ocurra lo que pasa en el IESS, donde ya no se puede conseguir turnos de médico, porque se saturó la conexión telefónica o los médicos saturaron su tiempo de trabajo con las peticiones de sus amigos…