Mientras en forma indiferente y abúlica se celebró un año más varios eventos cívicos, particularmente vinculados con Eloy Alfaro Delgado, el “Viejo Luchador” que nos legó la “revolución liberal” que la impulsó, nuestros mandatarios locales y del gobierno central le han dado la espalda. Esto, más allá de que se construyó Ciudad Alfaro en Montecristi y que se haya gestado la “revolucionaria” Constitución en el 2008.
Primero, el Municipio de Portoviejo, sin criterio técnico contrató irregularmente un monumento para el parque frente a la Catedral, cuyos rasgos faciales no correspondían a Eloy Alfaro. Mandado a reconstruirlo, ahora resulta que es ”cabezón” y “mano larga”, porque la cabeza y los brazos son desproporcionados y asimétricos.
Segundo, la dimensión universal del alfarismo que se revela a través del monumento, si bien levanta el “laicismo” como la gran transformación revolucionaria, por la que se colocó la política y la educación fuera del control patriarcal de la Iglesia Católica, deja por lado lo más preciado del legado: los principios más relevantes del liberalismo, por la libertad que se conquistó, de: pensamiento, expresión, culto, producción,…
El novel escenario marcó el inicio de la tolerancia a las ideas diferentes, el reconocimiento a las iniciativas individuales; y, la reducción de la intervención del Estado en la vida de los ecuatorianos. Con el nuevo Estado, el Ecuador incursionó a la modernidad.
Pero, al paso del tiempo, llegaron gobiernos de corte socialistoide, que atentaron el progreso del país. Y la situación se ha ahondado en el gobierno de Rafael Correa con el “Socialismo del Siglo XXI” o “Revolución Ciudadana” que se promueve.
Y el nuevo sistema trata de enraizarse y consolidarse para quedarse en el poder hasta …. Esto podría ser factible poniendo en marcha las leyes necesarias: aguas, educación, comunicación, datos …
Los “revolucionarios” buscan administrar las grandes corporaciones, controlar todo para someter a los ecuatorianos a un sistema de pautas rígidas, de normas jurídicas sancionadoras, del afán de uniformar el pensamiento y la vida; y, de imponer como verdadero y ejecutable, lo que la camarilla gobernante cree que debe ser para nuestro “buen vivir”.
La gestión de los “evolucionarios” viene de cosechar corrupciones y fracasos. Y se nos viene de pasar una perniciosa factura, al generarse más represión, pero menos: inversiones privadas, competitividad, empleo, producción, ingresos y bienestar.
Frente a este esquema de maltrato y empobrecimiento generalizado, a pesar de las dádivas, subsidios y manipulaciones del gobierno, las mayorías no están para soportarlos por siempre.
Tarde o temprano el espíritu franciscano de los pueblos se revelará.
Por de pronto, se anuncia el derrocamiento del “adefesio” de monumento; y también, la promoción de la construcción de un magnificente hemiciclo. Este, liderado por la Casa de la Cultura. Bien por Portoviejo y Manabí.