A la misa, celebrada en la iglesia de Santa Maria de Castelldefels, asistieron entre otras autoridades, dirigentes políticos y familiares de algunas víctimas, el consejero catalán de Interior, Joan Saura; el alcalde de Castelldefels, Joan Sau, y el cónsul de Ecuador, Freddy Arellana.

Los fallecidos, de entre 17 y 39 años, son los bolivianos Jesús David Parada y Diego Erwin Gutiérrez, los ecuatorianos Danny Ariosto Cedeño, Fernando Chamorro, Janela Lizeth Luna, Rosa María Vilar, Claudio Javier Mejía, Jihnson Eduardo Silva, los colombianos Jorge Eliecer Serrano y John Mauricio Osorio.
Las autoridades esperan identificar plenamente a una joven rumana de 30 años, y una familia ecuatoriana ha preferido no facilitar el nombre de su hijo fallecido.
Los familiares entraron en el templo juntos, abrazados y declinaron hacer declaraciones a los numerosos medios de comunicación que se daban cita en la puerta. Algunos de ellos llevaban impresas en sus camisetas la fotografía de los fallecidos.
El rector de la iglesia de Castelldefels, Francesc Salas, encargado de comenzar la misa, recordó que "ésta nace de la iniciativa popular, de los feligreses de esta iglesia que querían dar su último adiós y homenaje a los fallecidos".
Durante su homilía el obispo de Sant Feliu, Agustín Cortés, reflexionó sobre la impotencia que provoca en las familias que les toque de cerca "algo que nunca pensamos que nos puede tocar a nosotros" y la necesidad de las personas de reunirse, de hablar de estos acontecimientos y compartir el dolor.
"No conocíamos a las víctimas, pero hemos compartido la misma tierra, hemos vivido juntos y ahora compartimos el dolor con los familiares"...; "El hecho de compartir la misma tierra, de pisar la misma tierra nos acerca a vosotros", dijo el obispo.
Al inicio de su intervención, el obispo recordó el nombre de diez de las doce víctimas mortales. Una de ellas -de Ecuador- se mantiene en el anonimato por deseo de la familia y la duodécima -la rumana- todavía no se ha podido identificar con seguridad.
En el exterior de la iglesia de Santa Maria, decenas de personas se congregaron para seguir la misa gracias a altavoces.
El accidente se produjo poco antes de la medianoche del pasado día 23, cuando un nutrido grupo de personas que cruzaba indebidamente las vías férreas fue arrollado por un tren que circulaba a 140 kilómetros por hora.