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TRADICIONES MANABITAS
El mono maldito y el montubio desconfiado

Había una vez en el campo un montubio desconfiado, que a todo le encontraba su propio entender, no creía en lo que le decían, y enseguida daba su punto de vista de acuerdo a su proceder.

Lunes 28 Junio 2010 | 00:00


Cierta vez, muy cerca de donde él vivía se hablaba de un encantamiento, que todo aquel que pasaba de noche por ese sendero se encontraba con el mono maldito que allí vivía.
La aparición se daba a cualquier hora de la noche, salía de la oscuridad con forma de demoníaco mono, como un fantasma, con ojos salidos de las cuencas, derramando sanguinolentas lágrimas. Era un terrorífico esperpento que congelaba el corazón de quien se volvía a verlo. Le aparecían patas de caballo y cuernos infernales, de sus ojos salía fuego que quemaba la paja.
Pero el desonfiado montubio se resistía a creer, y hasta pensó que eran engaños. Cierto día se lanzó a caminar por el sendero. Caminó y caminó, tanto que le cayó encima la noche.
De repente, el mono maldito se le apareció y él, sin asustarse, le preguntó: ¿Quién eres y por qué estás tan asustado?
El mono maldito, viendo que el montubio no se asustaba, enseguida comenzó a transformarse en un ser demoníaco, pero el hombre no se inmutaba.
Entonces, el mono le confesó: "Yo fui un ser humano como tú, pero por ladrón me gané una maldición. Y por muchos años he sido condenado a andar vagando y asustando a todo aquel que se acerque. Pero tengo que decirte un secreto, por tu audacia lo voy a compartir contigo: mientras más miedo me tienen, más es mi sufrir, porque me transformo y no sé de mí. Pero cuando personas como tú no se asustan de mí, recupero mi forma humana y eso a mí me agrada".
El mono maldito le dijo además: "Mira, desconfiado, antes de morir escondí un gran tesoro cerca del estero en el árbol de mamey, es todo lo que en mi vida robé. Cógelo y repártelo entre la gente pobre. Si cumples tu parte, me librarás de la maldición".
El campesino desconfiado llegó hasta el árbol que había señalado el mono. Cavando y cavando llegó hasta un cajón lleno de joyas. Ahí estaba el tesoro que por muchos años había quedado escondido. Haciendo la promesa al mono maldito, el hombre se alejó.
El montubio desconfiado miraba con satisfacción que, mientras él se alejaba, el mono se transformaba en un joven al que alumbraba una gran luz, y a los pocos minutos se elevó al cielo, en la oscuridad de la noche.
Así, el campesino cumplió la promesa hecha al mono maldito. Entre mucha gente repartió las riquezas y, aún así, a él le tocó una buena parte.
Este es el cuento de un montubio que, por ser desconfiado, se enfrentó con el mono maldito y en ese encuentro logró romper una maldición que pesaba sobre la extraña criatura.
El mono maldito encontró por fin su perdón y la paz, gracias a que el montubio desconfiado no se asustó cuando lo tuvo frente a frente en aquel camino.

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