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Prejuicio y discriminación
Prejuicio y discriminación
Por: Milton Bowen Rivera

Jueves 24 Junio 2010 | 00:00

En el país y el mundo entero, todos los días millones de personas son víctimas de la discriminación. ¿A qué se debe esta terrible injusticia social? ¿ Ha sufrido Ud. alguna vez la humillación de verse discriminado? Tal vez se debió a su color de piel, religión, situación económica, sexo o edad.

Quienes son víctimas de la discriminación suelen vivir con miedo al maltrato.
Además, el prejuicio y la discriminación tienen otras repercusiones, como dificultades para conseguir empleo, una educación inferior, menos privilegios sociales y derechos legales. El fanatismo y la intolerancia a veces persisten hasta en lugares donde se han promulgado leyes contra la discriminación. Después de la adopción de la declaración Universal de Derechos Humanos, los principios de la igualdad y la no discriminación siguen lejos de ser una realidad.
Según el artículo 1 de la declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU, dice: "Todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, dotados como estamos de razón y conciencia; debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros".
Pese a estos elevados ideales, el prejuicio y la discriminación continúan plagando a la humanidad, lo que no sólo es reflejo de los tiempos en que vivimos, sino también de la imperfección del ser humano. Pero debemos reconocer que nadie está exento de tener prejuicios.
Se dice que la mejor arma contra el prejuicio es la educación que tiene vacíos. La buena educación nos ayudará a poner al descubierto la raíz del prejuicio, a examinar nuestras actitudes de manera más objetiva y saberlo afrontar cuando somos víctimas de él.
El prejuicio hace que la gente distorsione, malinterprete o hasta pase por alto hechos que chocan con sus ideas preconcebidas. Puede surgir a causa de valores familiares erróneos aparentemente inocentes, sembrarse a propósito mediante ideas retorcidas sobre otras razas o culturas, o verse fomentado por el nacionalismo y doctrinas religiosas falsas. Incluso puede ser producto del orgullo desmedido de las personas.
El hombre es sociable por naturaleza y eso es bueno. Por eso debemos escoger bien nuestras compañías, pues estas ejercen una profunda influencia. De ahí que los padres sensatos deben vigilar con quienes se relacionan sus hijos. Además, el orgullo en el sentido de exceso, de estimación propia o arrogancia, fomenta el prejuicio y puede crear sentimientos de superioridad o de desprecio, hacia los que tienen menos educación y dinero.
Pronto dejará de existir el prejuicio y la discriminación, con las cualidades cristianas: bondad, amabilidad, amor y paz. Sobre todo la educación espiritual ya está en marcha, con ellas se está preparando al pueblo de Dios para vivir en un mundo completamente nuevo. Sólo nos falta reconocer el prejuicio y hacer un esfuerzo deliberado para combatirlo. ¿Será delito decir la verdad?

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