Los ríos Mundau y Paraiba se desbordaron y arrasaron con poblaciones enteras. Los cuerpos de bomberos están afrontando muchas dificultades para rescatar los cuerpos arrastrados por el agua.

Muchas ciudades han sido declaradas en estado de calamidad, mientras que otras se solidarizan con sus compatriotas. Río de Janeiro envió hospitales móviles para ayudar a los heridos y a los enfermos ya que varios centros sanitarios han quedado destruidos. Sao Paulo está mandando alimentos y ropa.

El 70% de la línea de ferrocarriles Transnordestina ha sido destruida. Sólo en Pernambuco, quedaron inutilizados 1.449 kilómetros de carreteras, según el gobernador, Eduardo Campos. También quedaron destruidos 70 puentes y 6.407 casas fueron literalmente arrastradas por el temporal.

Ante esta situación el presidente Luis Inácio Lula da Silva, convocó a su gabinete de crisis integrado por nueve ministros y puso a disposición de los damnificados un fondo de 180 millones de dólares para las necesidades inmediatas.

Los gobernadores de los Estados de Alagoas y Pernambuco, que se reunieron con Lula han pedido la ayuda del Ejército para la entrega de agua y comida a los 200 000 damnificados que han tendido que abandonar sus casas.