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Portoviejo
Extrañas visitas del más allá

Frente a él estaba una extraña niña, que apareció de repente en el cuarto que compartía con sus padres y hermanos. Miraba absorto como ella empezaba a materializarse desde la cabeza hacia el tórax, mientras el resto de su cuerpo se mostraba difuminado.

Viernes 30 Octubre 2009 | 20:39

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José García tenía 11 años de edad y como aquel niño de la película Sexto Sentido se atrevió a conversar con la niña; le preguntaba quién era y cómo logró ingresar a la habitación, pero nunca obtuvo respuesta.

Presuroso remeció a su hermana sin dejar de ver a la niña. "Mirá, quien está aquí", insistía José.

Y justo cuando su hermana se despertaba, la extraña niña se desvaneció lentamente de un extremo a otro ante los ojos de José, quien de pronto tuvo la sensación de que su cabeza crecía con tanto cabello erizado del susto.

José, ahora adulto, dificilmente ha podido sacar de su mente esa experiencia, que no fue la última. En el transcurso de su vida, dice, siente como que alguien le acompaña y sus familiares han visto sombras velando sus sueños.

Rosa Pérez cuenta que su abuelo, ya muerto, ha sido visto entre los vivos. Justamente una de sus pequeñas sobrinas irrumpió una conversación familiar en plena sala. "Ahí está, ahí está", decía la niña; "¿quién?", le preguntaron todos al unísono, pues no veían a nadie; "el señor que está en esa foto", respondió la menor señalando con el dedito de su mano al recordado abuelo. Un frío recorrió a cada uno de los estupefactos presentes.

Pero eso no quedó ahí. Rosa recibió la visita de otros parientes que pernoctaron en su casa. Al día siguiente, una pequeña integrante del grupo manifestó que no había podido dormir; "¿por qué?", le preguntaron; "porque un señor pasó toda la noche viéndome", contestó; ¿y cómo era ese señor?", insistieron; la niña respondió que era alto, con muchas canas en el cabello, justamente la descripción del abuelo.

Ayudó aún muerta

Julio Sarmiento es un reconocido fotógrafo, que en Portoviejo tiene su estudio en la calle Bolívar, frente al parque Vicente Amador Flor (Central). También tiene su historia del más allá.

Cuenta que más de una década atrás su hermana Luz María le ayudaba en el estudio. Ella se encargaba de secar las películas reveladas.

Entonces, él captaba las imágenes de sus clientes, revelaba las películas y las lavaba; luego, con un silbo llamaba a su hermana, quien acudía, tomaba el material y secaba. Esa era la rutina diaria.

Pero todo se truncó el 26 de septiembre de 1996, cuando Luz María murió. Fueron momentos duros y de gran pesar para Julio, ella era su compañera de labores.

Igual, la vida debía continuar. Quince días después, Julio acababa de tomar una foto, sacó la película de la cámara, la reveló y la lavó; después, como resultado de la rutina y la costumbre, silbó como siempre para llamar a su hermana... y ella acudió al llamado. Julio tuvo frente a frente a Luz María. "Toma" le dijo él y extendió su mano ofreciéndole la película, ella no respondía.

Fue ahí cuando Julio tomó conciencia y se acordó que su hermana estaba muerta. Abrió bien los ojos para contemplarla mejor, pero ella ya había desaparecido.

Asimismo, no ha sido la única experiencia sobrenatural de Julio. Expresó que de niño, en su natal Cuenca, una noche luego de jugar en un huerto iba hacia su casa; de repente, un silbo le llamó la atención. Era un duende recostado a una pared. "Miren", señalaba Julio a sus amigos, que no veían nada. Eso le causó gracia a la criatura, que se le burlaba a carcajadas.

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Un espíritud muy enojado

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Herman Weiss es guardia de seguridad de la empresa PUCORE y presta sus servicios en el edificio de la Corte Provincial de Justicia. Además de recordar historias personales, entre ellas de que años atrás era perseguido por un caballo con rostro monstruoso, en San Isidro, o que su cuñada es acosada por un fantasma enamorado, Weiss rememoró que su padre, del mismo nombre, hacía trabajos de exorcismo y alguna vez le contó que un fantasma lo quiso matar.

Weiss padre acudió a exorcizar a un señor que había sido poseído por el espíritu de una mujer, quien con su voz a través de la boca del hombre manifestaba su enojo porque su marido se había comprometido con otra dama ni bien pasado un mes de su fallecimiento.

Manipulando el cuerpo del señor, la fantasma intentó ahorcar a la nueva novia de su esposo. Con tanto problema, Weiss logró desalojarla del cuerpo ajeno.

Weiss retornaba a su casa arriba del balde de una camioneta, cuyo chofer vio como el espíritu de la mujer se le atravesó en la carretera, atravesándola con el carro. Luego, miró a su derecha y el corazón casi se le salió del pecho cuando la vio sentada a su lado. Ella intentó tomar el control del volante, logrando que el vehículo se vuelque. Weiss llegó con la cabeza rota a la casa.

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