Es el privilegio que tenemos las personas, sean de cualquier raza, condición social, económica o religiosa, para obrar a su manera o el derecho de negarse a obrar conforme lo ordenan o exigen. Libertad es el don maravilloso de no estar subordinado ni sujeto a ninguna forma de opresión que conduzca a la esclavitud. Libertad es la facultad que tenemos los humanos para expresarnos, es prerrogativa, desembarazo y franqueza para poder decir, pensar y sentir lo que nos proponemos, sin afectar las buenas costumbres. Dice Vasilli Crosman en su novela “Todo fluye” que la libertad es un bien igual a la vida misma y que su restricción, cualquiera sea su forma, sería como mutilar las manos a golpe de hacha. Es como sacarle los ojos a la humanidad con estiletes al rojo vivo; por consiguiente, la negación de la libertad equivale al asesinato colectivo. No hay autoridad alguna, por mucho que sea su poder o jerarquía, de permitirse matar la libertad, ni mucho menos plantear fórmulas para que esto ocurra; sería como matar al mundo desapareciendo a la humanidad. Sólo así, de esta manera, se puede privar de la libertad, porque los muertos no hablan, ni reclaman, ni hacen preguntas. En resumen, intentar coartar las libertades individuales o colectivas es la acción más vil que pueda anidar en el alma o espíritu de quien o quienes pretendan negar el derecho a la libertad en cualquiera de sus manifestaciones.