No estoy en contra de la evaluación de los maestros; al contrario, creo que esta debe ser constante por lo delicado de su misión. Pero si estoy en contra de la manera drástica con la que el gobierno pretende, sin base constitucional, dejar en la calle a miles de ecuatorianos que por decenas de años han entregado mucho de ellos para formar a la juventud, cuyos defectos pueden ser achacados más a los mismos gobiernos que a los profesores.