Y sin ningún tipo de restricción de horario pues se las ve amanecer y anochecer en las mencionadas calles; provocando malestar entre moradores, en su mayoría comerciantes que ven un decaimiento en ventas, ya que para algunos ciudadanos nos es incómodo observar esta realidad, más aún cuando son calles netamente comerciales y es común transitarlas con niños. Si bien es cierto la prostitución ha existido desde tiempo inmemorial, y ha evolucionado en conjunto con una humanidad en constante cambio, que les ha permitido continuar su oficio. Pero, no por eso podemos permitir que se dañe el aspecto de nuestra ciudad. Las autoridades como tales deben reubicarlas, exigir horarios que no atenten ni con la fachada de la ciudad, ni con la creencia y valores de nuestros ciudadanos. Como moradores o transeúntes es inútil intervenir directamente, pues en numerosas ocasiones en la que comerciantes les han solicitado que se retiren pues afectan la imagen de sus negocios, han sido agredidos y amenazados verbalmente, creando conflictos, escenas terribles para quien pase y sea testigo accidental de esta realidad que se acentúa por falta de una autoridad que se haga ver en sus labores. Y no es esto una crítica al oficio, cada quien que trabaje en lo que sabe hacer, en lo que le guste y aplicando lo mejor de uno; pero eso sí, respetando al prójimo; nada les cuesta crear acuerdos con las autoridades para designar una zona rosa donde puedan trabajar libremente cumpliendo con las normas de higiene y protección exigidas para el bienestar de ellas mismas primeramente y luego de sus clientes.