La medida es adecuada porque permite al ciudadano abonado a la empresa eléctrica prepararse para los cortes, especialmente quienes basan en la energía su trabajo diario como son los comerciantes y los pequeños industriales, así como los negocios exclusivamente dependientes de esa energía. Manabí demanda un suministro de 214 megavatios (Mv) para atender las necesidades de sus habitantes, pero recibe 195 Mv, estableciéndose un déficit de 20 Mv que nos somete a un sistema de constantes apagones con cortes más sentidos en las ciudades de mayor población como son Portoviejo y Manta. Como este déficit es indefinido habrá cortes permanentes, por lo que la población debe acostumbrarse a ellos hasta que la Cnel construya nuevas obras que suministren los megavatios necesarios. Y como aquello formará parte del proceso de vida diario, es necesario pensar en nuevas maneras de convivir con el problema. Y la educación al usuario se presenta como posibilidad para que el ajuste a las dificultades se lleve con mejores resultados, solicitando, por ejemplo, que el abonado consuma menos luz eléctrica, que se autoregule en el uso de la energía, que evite despilfarro, lo que pudiera evitar, inclusive, los racionamientos. Para ello tiene que hacerse las conminaciones correspondientes, y quizá hasta de reconocimiento a quienes la lectura de los medidores confirma que su conducta ha contribuido a mitigar la emergencia. Sin embargo, esto debe marchar en paralelo con las obligaciones que tienen que cumplir los funcionarios de la Cnel provincial para que se construyan las obras que alejarán de Manabí los racionamientos eléctricos.