La meticulosidad del trabajo, la táctica empleada, los recursos utilizados, indican que la planificación fue producto de un conjunto de inteligencias profesionales y prácticas en las labores realizadas, que se unieron para la perpetración de un crimen del que, creemos, a más de la obtención del botín apetecido, se cometió para demostrar capacidad y autosatisfacer el ego de sus realizadores. Porque la habilidad, la astucia y el ingenio aplicados señalan el grado de osadía que la delincuencia hace gala para incrementar su presencia, desestimando amenazas y burlándose controles que se aplican para evitar su negativa actividad. El gobierno, entonces, debe aflojar amarras y surtir de los refuerzos y recursos necesarios para preparar, actualizar y equipar convenientemente a sus fuerzas de seguridad, específicamente a la Policía Nacional, en procura de la optimización de sus elementos y que puedan combatir con mayor eficiencia al delito en todas sus manifestaciones. La sociedad civil, como ente jurídico nacional, se ve afectada por el incremento de las fuerzas del mal, y si no se recibe la protección de sus bienes y vidas, que constitucionalmente le corresponde proporcionarla al Estado a través de los organismos oficiales correspondientes, puede verse abocado a utilizar otros medios que el natural derecho a la defensa le proporciona. Para evitar aquello se requiere que el gobierno cumpla en eficiencia y ejecutividad las responsabilidades a él encomendadas, para que la comunidad sienta que sí existe protección, especialmente frente a mentes profesionalizadas en el crimen.