La Fiscalía acusa por igual al vidente, Carlos Oswaldo B., y al pescador, Marcos Antonio C., del homicidio del joven, ocurrido entre el 14 y el 16 de mayo del año pasado en la tienda de esoterismo -donde residían los tres pese a que sólo había dos sofás y ninguna cama-, y pide una condena de doce años de prisión. Para el santero, además, el ministerio público le solicita otros ocho años de prisión porque sospecha que, tras el homicidio, también golpeó a Marcos Antonio C. con la figura del loro, que pesa entre 15 y 20 kilos. En el juicio, los acusados han tratado de sacudirse las culpas y se han incriminado mutuamente en el asesinato en unas oscuras y contradictorias declaraciones que han dibujado ante el tribunal una rocambolesca trama de sexo, brujería, violencia y hasta tráfico de drogas. Los dos acusados y la víctima, según se deduce de su testimonio, formaban un extraño triángulo amoroso y vivían en la trastienda del negocio de esoterismo "Changó" que Carlos Oswaldo B. tenía y en el que murió golpeado el joven Javier Galera, quien había contactado con el vidente para pedirle ayuda para forzar a su ex novia a volver con él. El chico murió asesinado en la misma tienda y en las noches siguientes los acusados durmieron en ella, entre el hedor procedente del cadáver, hasta que el 18 de mayo fue hallado el cuerpo. Marcos Antonio C., que está en libertad provisional, lanzó sospechas sobre el santero, quien, según su versión, lo embaucó con sus artes de brujería hasta lograr tenerlos sometidos a él (del que también abusaba sexualmente), a toda su familia y también a la víctima. "Era como si fuera una secta; hacía con nosotros lo que quería con sólo una mirada", añadió el fornido pescador tras contar que el vidente lo golpeó en la cabeza mientras oficiaba un ritual para "bajarle el espíritu".