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FORMACIÓN
Mamás y mamás

El otro día nos reunimos varias amigas y conversábamos sobre las personas significativas en nuestras vidas; algunas comentaron que eran sus mamás, en otros casos sus papás, en otros casos sus abuelitas, tías, etc. Generalmente las personas significativas son las madres y minoritariamente los padres.

Martes 12 Mayo 2009 | 17:18

Comento esto, porque me llamó mucho la atención que una de las personas con las que conversábamos decía que para ella su mamá, era poco más que cualquier persona de la familia, alguien cercano por el lazo sanguíneo y no por el lazo afectivo. Que ella cuando necesitaba ayuda, consejo o cariño buscaba a sus tías, porque simplemente su mamá nunca había sido demostrativa, era alguien que estaba ahí pero sin embargo no se contaba con ella. Entonces me preguntaba qué es lo provoca que existan mamás como aquellas que idealizan las canciones usadas para serenatas en estás fechas y esos otros tipos de mamás que no provocan ese sentimiento de amor incondicional que los hijos expresamos abiertamente. Lo que nos hace distintas es la personalidad y sobre ella lo que tiene gran influencia es el estilo de crianza con el que crecimos. Generalmente, a la mujer desde pequeña se la cría para ser mamá, se le compran muñecas a las que viste y desviste, alimenta, hace dormir, les canta, les habla; esto hace que obviamente las mujeres desarrollen esa facultad de preocuparse por satisfacer necesidades básicas y además demostrar el afecto a través de la palabra, los gestos, las caricias. En cambio a los hombres, de niños se les regalan carros para que desarmen, hagan correr y saltar, ganen carreras, etc. Eso ayuda a desarrollar su lado lógico, su lado competitivo y muy poco o casi nada lo afectivo. Probablemente por ello, las mujeres a menudo son más expresivas que los hombres y por ello suelen tener una relación más cercana con los hijos. Lo comentado es la regla general, pero toda regla tiene sus excepciones y por tanto también hay casos en que las niñas no son criadas para cuidar y demostrar afecto, es más, ni siquiera lo reciben y entonces ellas suelen ser más frías, menos efusivas, incapaces de demostrar cariño. Es ahí cuando se forma ese tipo de mamás que pueden ser muy buenas amas de casa y tener la comida a tiempo, los hijos limpios y con todas las tareas impecables pero que no son afectuosas y por tanto no construyen en sus hijos ese vínculo de afecto, de amor, de confianza, de seguridad. Quienes son criados de esa forma, de manera inconsciente repiten el patrón con sus propios hijos y de repente se descubren a si mismos siendo frías y distantes; lo que genera un círculo perverso de desafectos que no permite construir una vida familiar plena. Por ello vale la pena racionalizar nuestra infancia, descubrir nuestros vacíos, analizar las experiencias vividas y los sentimientos que generaron; para así encontrar causas a muchas de nuestras formas de tratar y amar a nuestros hijos.
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