Actualizado hace: 930 días 13 horas
Ricardo Trotti, [email protected]
Las mascotas de Fidel

Las declaraciones recientes del actor Jackie Chan sobre que “los chinos necesitan estar controlados”, animaron sobremanera al gobierno oriental, al justificar su conducta de opresión, censura y violación de las libertades ciudadanas.

Martes 28 Abril 2009 | 22:20

El famoso artista, acostumbrado a salvar a medio mundo de las garras de dictaduras y mafiosos en epopeyas hollywoodenses, no se pudo salvar de las agrias réplicas. “Los chinos no son mascotas”, le gritó insultado un legislador de Hong Kong, graficando que ningún gobierno puede arrogarse el dominio o el derecho de propiedad sobre una persona. No fue difícil asociar esa imagen con la Cuba actual, donde después de cinco décadas de escasos frutos revolucionarios, el renovado Fidel Castro sigue comportándose como el amo que controla a su mascota, así sea para cuidarla, regañarla o castigarla. Fidel no acepta que nadie le imponga condiciones, le protesten o le alcen la voz. De eso trataron sus últimas reflexiones, en las que incluso desbarató indicios de reciprocidad de su hermano Raúl ante los ofrecimientos de Barack Obama. Fidel protestó por todo y puso como condición un posible intercambio entre disidentes encarcelados y cinco espías cubanos presos en Estados Unidos. Intercambiar es en realidad su excusa, una forma de no permitir que viva en su territorio aquella persona potencialmente desestabilizadora; de ahí que el régimen se haya convertido en una fábrica de expulsar capital humano. A Fidel le da lo mismo que las ovejas negras estén presas o libres en Estados Unidos y España; donde no las quiere, es en Cuba. En Trinidad y Tobago muchos líderes pidieron insistentemente restituir todos los derechos a Cuba, aunque se olvidaron mencionar que debieron combatir y procesar a tiranías similares en sus países. Una de ellos fue Cristina de Kirchner, que por enaltecer a Castro se olvidó del libreto que recitó en el sepelio de Raúl Alfonsín, a quien alabó por su firmeza contra la dictadura militar. Un ejemplo de de la doble moral latinoamericana. Es tanta la imprevisibilidad de los Castro que a minutos del cierre de la Cumbre tildaron a la OEA de infame y calificaron de ingenuos optimistas a los presidentes que levantaron su voz por ellos. Esa infidelidad la sufrió hace poco Michelle Bachelet, cuando después de visitar a Fidel y pedir el levantamiento del embargo estadounidense, apenas regresó a Chile, se encontró con una reflexión del comandante en apoyo a Bolivia en su reclamo por el mar. Es cierto también que la Cumbre estuvo llena de doble discursos e hipocresías. Bochornoso resultó escuchar arengas presidenciales sobre democracia, cuando los hechos demuestran que en varios países latinoamericanos la Carta Democrática es duramente pisoteada. Estas son las nuevas venas abiertas de América Latina. Son heridas auto-infligidas, que encaminan al continente hacia el suicidio de la democracia. Y en esto, Fidel y sus mascotas predilectas, Hugo Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales, tienen una alta cuota de responsabilidad.
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