Además de las aspiraciones, esfuerzos y posibilidades que cada estudiante posea, es indispensable el conocimiento que se adquiera en las aulas de clases. Pero ¿es esto suficiente? Voces Denisse Gorozabel, de 14 años de edad, está en primer año de bachillerato (cuarto curso) y aunque no ha transcurrido ni un mes desde que inició el año lectivo, se siente satisfecha con las materias que le imparten en su colegio. Comenta que algunos libros, como el de química, que utiliza en clases, los emplean en las universidades, lo que demuestra que desde ya están preparándolos para esa etapa. Denisse aún no se decide por una carrera universitaria pero está segura que los conocimientos que está adquiriendo en el colegio le servirán para enfrentarse a los retos de la universidad. Otra colegial es Lissette Solórzano, de 15 años, del segundo año de bachillerato pero ya tiene claras sus metas, aunque le falta más de un año y medio para culminar el colegio. Lissette asegura que quiere estudiar medicina, y le encantaría especializarse en la rama forense. No duda en su decisión, pero manifiesta que son muchas las personas que al enterarse de ello, le hacen comentarios negativos, como “es una carrera difícil”, “demanda de tiempo y gastos”, “son muchos años”. Éste sería el único factor negativo para continuar con sus planes, y para Lissette no es un obstáculo, pero comenta que sí le afecta. Si su decisión llega a cambiar no será por falta de ganas ni por escasez de conocimientos, ya que sus estudios se están desarrollando de manera adecuada. “Nos imparten teoría y nos hacen practicar todos los días en el laboratorio”, dice. Para el psicólogo Pedro Saldarriaga, los niveles de seguridad, autoestima y responsabilidad son la base de un buen plan de vida, donde se incluye la vida estudiantil.