Tal es la forma tradicional de votar. Pero (el infaltable), yo quiero proponer que hagamos hoy algo diferente. ¿Qué tal un análisis previo que podría servir de guía antes de decidirnos a poner, responsablemente, los destinos del país, la provincia y el cantón en manos de…? En mi caso: No votaré por aquellos que pretenden controlar la libertad de expresión, estatizando medios y convirtiendo en asalariados a periodistas que alquilan sus plumas. No votaré por aquellos que amenacen con descalabrar la economía del Ecuador, sacando a empellones al dólar para reemplazarlo con una “moneda virtual” propuesta por el Rey de Burlas venezolano. No votaré por aquellos que intenten agredir el medio ambiente. Ejemplo: la refinería de El Aromo (otro negocio de los Chávez). No votaré por aquellos “alzamanos” de la Asamblea de Montecristi. ¡Caretucos! Burlaron el derecho de Manabí a la Manga del Cura, a la autonomía y a ser sede permanente del Poder Legislativo. No votaré por aquellos que han dejado en soletas los fondos del IESS a cambio de “papeles”. ¿Y si algún gobierno posterior los declara “ilegales” o “ilegítimos”? No votaré por aquellos que sacan a la FOL de la base de Manta con el aplauso del narcotráfico y las FARC. No votaré por curas arrepentidos. Su sagrada misión nada tiene que ver con la política y la carne (caso Lugo en Paraguay). No votaré por aquellos que abolieron la tercerización. Por esas calles de Dios andan deambulando más de 150.000 padres de familia sin trabajo. No votaré por aquellos que irresponsablemente han distraído de sus estudios a los jóvenes (16 años) para enfrentarlos unos a otros en contiendas políticas impropias para esas edades. No votaré por aquellos que han convertido en trampolín político la noble profesión de educar. No votaré por aquellos que apoyan la mal llamada “justicia indígena” que tortura y asesina ante las cámaras de televisión. Imágenes que hacen creer al mundo que los ecuatorianos vivimos en la edad de las cavernas. No votaré por aquellos que consideran al robo y al asalto como una simple contravención que se “arregla” con la devolución de lo robado. No votaré por aquellos que patrocinan el incremento de las estafas con los cheques sin fondo. No votaré por aquellos que han legalizado la unión de personas del mismo sexo. Y, por último, no votaré por aquellos que han convertido la función pública en “modus vivendi”, parásitos que vienen melando de las instituciones (tres, cuatro, cinco períodos seguidos). Carcomidos por la rutina, ya no dan más. Y sin embargo, se niegan a dar paso a nuevas perspectivas. Por aquellos, yo no votaré. ¿Y usted?