Los enfrentamientos verbales e, incluso, empujones y amenazas entre asambleístas, dentro del recinto legislativo o fuera de él, no deben aceptarse, pues son un tipo de respuesta poco racional a los desacuerdos.
Las divergencias ideológicas y los puntos de vista encontrados son parte del juego de la democracia, y mucho más en un espacio como la Asamblea Nacional, en el que confluyen representantes de diversas tiendas políticas, corrientes de pensamiento, regiones y culturas. Pero el debate es imprescindible para hallar puntos convergentes y encaminar las ideas hacia propuestas que sean útiles para la mayoría de los ciudadanos.
«Los asambleístas han sido designados para representar y defender a sus ciudadanos”.
La oposición motivada por la defensa de posturas políticas, desvinculada del debate y del interés común, no debe tener cabida en este poder del Estado. Los asambleístas han sido designados para representar y defender a sus ciudadanos, no para alimentar intereses partidistas.
La Asamblea Nacional debería reformar sus propias leyes y establecer sanciones para quienes agredan física o verbalmente a otros legisladores o a ciudadanos. Es un señal de decadencia que no debe tolerarse.
Editorial de El Diario publicado este viernes 3 de junio del 2022 en nuestra edición impresa.