El cronista español Pedro Cieza de León, quien recorrió la región entre 1535 y 1552, dijo que Manabí era el nombre de una tribu aborigen o de su cacique. Esta hipótesis ha sido respaldada por investigadores como el historiador y catedrático Jaime Alcívar. Él destaca el origen del nombre en una parcialidad étnica llamada Manaví o Manabí. Esta denominación aparece mencionada tanto en escritos coloniales como en mapas holandeses del siglo XVII.
Alcívar sostiene que Manabí es un nombre propio, no un término extranjero. Aunque existen registros de una tribu con un nombre similar en Centroamérica y de un río en Brasil, el investigador afirma que el origen del nombre en el contexto ecuatoriano es auténtico y local.
“Manabí no es un gentilicio, es un topónimo. Si uno consulta con expertos en lenguas indígenas, encontrará que el nombre puede estar relacionado con un río. En nuestro caso, se trata de un término profundamente enraizado en esta tierra”, explica Alcívar.
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De Puerto Viejo a provincia Manabí
Durante la época colonial, la región que hoy conocemos como Manabí era administrativamente llamada Puerto Viejo. Fue en 1824, durante la reorganización territorial de la Gran Colombia liderada por Francisco de Paula Santander, cuando se creó oficialmente la provincia de Manabí. Sus primeros tres cantones fueron Portoviejo, Montecristi y Jipijapa.
Muchos historiadores coinciden en que el nombre elegido para la nueva provincia no fue casual, sino un reconocimiento a una de las parcialidades indígenas. Ellos que habitaron la región antes de la llegada de los conquistadores.

Un nombre que refleja identidad y pertenencia
La adopción oficial del nombre Manabí no solo representó un acto administrativo, sino también un paso clave en la consolidación de una identidad regional. Tras la adhesión de la provincia al movimiento independentista de Guayaquil en octubre de 1820, se fortaleció un sentido de unidad territorial y cultural bajo ese nombre.
“Somos manabitas”, expresa Alcívar, destacando cómo el nombre ha trascendido los límites cantonales para convertirse en un símbolo de pertenencia e identidad colectiva.
Hoy, el nombre Manabí sigue siendo un reflejo del legado de los pueblos originarios que habitaron esta tierra, y representa una memoria viva que une historia, raíces y orgullo.