Con más de 1,5 millones de habitantes y una historia que celebra 201 años de provincialización, Manabí se posiciona como una de las provincias más dinámicas de la Costa ecuatoriana. Su población sigue creciendo, pero los desafíos en empleo, servicios básicos y conectividad digital evidencian las brechas que aún quedan por cerrar.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), Manabí mantiene una importante concentración poblacional en su zona central, mientras que en las áreas rurales persiste una fuerte identidad agrícola. Carlos Zambrano, sociólogo y docente universitario, advierte que Manabí atraviesa un proceso acelerado de desruralización, donde la mayoría de su población se ha desplazado a zonas urbanas, especialmente hacia el corredor Portoviejo-Manta, debido a la falta de oportunidades productivas en el campo. Esta migración responde tanto a dinámicas estructurales del modelo económico ecuatoriano, como a decisiones individuales motivadas por la búsqueda de empleo, educación y servicios básicos.
Radiografía de la población manabita
El censo de 2022 confirma que Manabí alberga a 1’592.840 habitantes, una cifra que representa aproximadamente el 9% de la población nacional. Esta es su composición:
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Mujeres: 805.794 (50,6%)
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Hombres: 787.046 (49,4%)
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Niños (0‑11 años estimados): alrededor de 300.000
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Hogares totales: 484.446
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Jefas de hogar mujeres: 36,4%
Entre lo urbano y lo rural: una convivencia dispar
El crecimiento urbano en zonas como Portoviejo, Manta y Chone contrasta con las condiciones de vida en cantones más rurales como Bolívar o Tosagua. El desglose por área de residencia del INEC muestra que 58 % vive en zonas urbanas y 42 % en zonas rurales:

En comparación con Guayas y Pichincha, el acceso a servicios básicos en inferior. En Guayas, la electricidad llega al 98%, el agua potable al 84,4%, el alcantarillado al 66%, y la recolección de basura al 92.3%. En el caso de Pichincha, cuenta con un 99,6% de acceso a la electricidad, el 98,2% al agua potable, el 92,9% al alcantarillado y el 97,7% a la recolección de basura.
Zonas rurales como Rocafuerte registran un alto índice de vivienda propia (84,6%), aunque también presentan déficit habitacional cercano al 15%, lo que refleja la necesidad de proyectos habitacionales más inclusivos. La pobreza en Manabí, estimada en 28% para 2025 (superior al 25% nacional), afecta más a las zonas rurales, donde la falta de servicios básicos agrava las condiciones de vida.
Empleo: entre el esfuerzo y la informalidad

En el primer trimestre de 2025, Manabí registró uno de los mayores niveles de subempleo del país, lo que refleja un mercado laboral marcado por la informalidad y la estacionalidad.
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Empleo adecuado: 31,5%
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Subempleo: 27,26%
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Informalidad nacional: 55,5% (mayor en la provincia)
El panorama laboral en cantones con fuerte actividad agrícola o pesquera se caracteriza por ingresos bajos y falta de seguridad social. La economía manabita, aunque resiliente, aún no logra integrar plenamente a su fuerza laboral.
Zambrano sostiene que el modelo de desarrollo implementado desde la década de 1970 abandonó el potencial agrario y apostó por una industrialización selectiva urbana, lo que marginó a las zonas rurales y provocó su descapitalización progresiva. En consecuencia, los recursos públicos, al concentrarse en áreas con mayor densidad poblacional, refuerzan ese patrón migratorio y crean un círculo vicioso de desigualdad territorial.“El modelo de desarrollo del Ecuador no está destinado a favorecer el desarrollo rural… lo que existe es una descapitalización progresiva del campo.”
Educación y desafíos digitales
En términos educativos, los retos también persisten. El analfabetismo en personas mayores de 15 años alcanza el 10,2% (dato de 2010), mientras que un reciente análisis digital muestra que el 34,3% de manabitas mayores de 10 años no tiene habilidades digitales básicas, una limitación en un entorno cada vez más tecnificado.
Según expertos, este rezago afecta directamente las posibilidades de inserción laboral y acceso a servicios públicos modernos, lo que vuelve urgente invertir en formación tecnológica rural. A 201 años de su provincialización, Manabí celebra una identidad sólida, una población en expansión y una cultura que se reinventa. Sin embargo, los indicadores sociales y económicos muestran que el crecimiento debe ir acompañado de políticas públicas sostenibles que reduzcan las brechas territoriales.
Zambrano cuestiona que no se haya impulsado un enfoque de ciudades intermedias con servicios integrales que equilibren el desarrollo entre lo urbano y lo rural. Además, señala que las decisiones políticas y presupuestarias muchas veces responden a la lógica del voto urbano, lo que profundiza el abandono rural.
Invertir en empleo digno, infraestructura básica, acceso digital y formación educativa será clave para que la provincia no solo crezca en habitantes, sino también en igualdad de oportunidades. Porque en Manabí, las cifras no son solo números: son vidas, historias y desafíos que marcan su presente y su futuro.