Todo comenzó en una colina de Chone. Desde el barrio Puerto Arturo, en un sector conocido como La Loma de los Muertos, Jorge Bismark Véliz España, alias “Teniente España”, construyó lo que pronto se convertiría en una de las organizaciones criminales más temidas de Ecuador: Los Choneros.
En los años noventa, el negocio era el microtráfico. Pero para 2003, las rutas del narcotráfico ya estaban bajo su control. Su base operativa se trasladó pronto a Manta, una ciudad codiciada por quienes buscaban conectar la cocaína colombiana con los destinos finales en Centro y Norteamérica a través de lanchas rápidas que salían de playas deshabitadas, señala InSight Crime, una organización que estudia el crimen organizado.
El poder de Los Choneros
Allí, desde los márgenes, Los Choneros crecieron. Robos, secuestros, extorsiones y sicariato se sumaron a sus actividades. El dominio territorial y la expansión los enfrentaron a su primer gran rival: Los Queseros. La disputa terminó con sangre. En 2007, Véliz España fue asesinado en Santo Domingo. Su muerte abrió un nuevo capítulo en la historia del grupo, según los informes policiales.
Con el “Teniente” fuera del juego, el mando quedó en manos de Jorge Luis Zambrano, alias “Rasquiña”. Oriundo de Manta, JL no solo heredó la estructura, sino que la reconfiguró y fortaleció alianzas. Bajo esta nueva red, Los Choneros pasaron de ser un grupo armado a convertirse en custodios del narcotráfico internacional.
En 2011, Rasquiña y su hombre de confianza, José Adolfo Macías, alias “Fito”, fueron detenidos por asesinato y recluidos en la prisión de máxima seguridad La Roca. Sin embargo, no perdieron el control. Desde allí, reorganizaron la estructura como una organización criminal que incluía a otras bandas menores. Comenzaron a dominar pabellones enteros en distintas cárceles del país, mientras en las calles sus tentáculos se extendían con violencia, indica la Policía.

Cuando se conocieron en una cancha
La relación entre Fito y Rasquiña nació jugaban ecuavoley. Un día ambos fueron a disputar un partido en el barrio La Paz, donde conocieron a alias Teniente España. Fue entonces cuando este los reclutó. En 2010, un hermano de Fito, William Leodán Macías, alias “Lan”, fue acribillado durante un enfrentamiento con la Policía en Manta. Para entonces, Fito ya había comenzado su ascenso dentro del grupo criminal, indican los informes policiales.
En el plano académico, alias Fito se graduó como bachiller en mecánica automotriz en 1998. No ingresó de inmediato a la universidad: trabajó junto a sus hermanos en un taller mecánico y alguna vez fue taxista. Más tarde, ya estando detenido, se inscribió en una universidad privada en línea y obtuvo el título de abogado en 2023. Un camino similar siguió Rasquiña, quien también logró graduarse en prisión.
En 2013, Rasquiña y Fito protagonizaron una fuga cinematográfica de La Roca, junto con 17 internos más. No duraron mucho en libertad: fueron recapturados, pero el golpe al sistema penitenciario ya estaba dado.
Un asesinato en el centro comercial
En junio de 2020, Rasquiña recuperó su libertad gracias a una polémica reducción de pena. Apenas seis meses después, el 28 de diciembre, fue asesinado en una cafetería del Mall del Pacífico en Manta. La muerte del líder abrió un vacío. Viejos aliados se convirtieron en enemigos. Grupos como Los Lobos, Los Tiguerones y Los Chone Killers rompieron filas y formaron una nueva coalición con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Esto no solo dividió territorios, sino que encendió una guerra con saldo letal.

Los motines y masacres
El nuevo conflicto se trasladó a las cárceles. El 23 de febrero de 2021, una serie de motines simultáneos sacudió el sistema penitenciario. En una sola noche, 79 reclusos fueron asesinados en los centros de Guayaquil, Cuenca y Latacunga. En los dos años siguientes, las matanzas no cesaron. Según datos oficiales, más de 400 internos murieron en enfrentamientos internos, muchos con armas de grueso calibre, machetes y explosivos.
La violencia carcelaria se convirtió en el espejo del conflicto entre Los Choneros y sus exaliados. Tras la muerte de Rasquiña, Fito tomó el mando total. Desde la cárcel Regional de Guayaquil, operaba con privilegios: acceso a teléfonos, bebidas, fiestas e incluso armas. A pesar de las denuncias, el control que ejercía sobre los pabellones era total, señalan los reportes de prensa.
En agosto de 2023 fue trasladado nuevamente a La Roca, pero el 7 de enero de 2024 desapareció. La forma cómo escapó aún es un misterio. Dos guías fueron procesados pero luego declarados inocentes. Se sospecha que la fuga ocurrió la madrugada del 7 de enero, en medio de operativos policiales y militares que se realizaron ese día. Su fuga generó una respuesta inmediata del Gobierno: estado de excepción y, por primera vez, la declaración oficial de un “conflicto armado interno”.
La reacción de las bandas fue violenta, con ataques simultáneos en varias ciudades. En Guayaquil, hombres armados irrumpieron en vivo en el canal TC televisión. La toma fue televisada hasta que las fuerzas de seguridad lograron neutralizar a los atacantes. Era la guerra, esta vez, a plena luz del día.
José Adolfo Macías está casado con Inda Mariela P., con quien tiene cuatro hijos. Dos de ellos, Jair Adolfo y Michelle. Jair sobrevivió a un atentado armado en 2022; Michelle fue secuestrada durante cuatro días en 2021. A finales de 2023, la familia viajó a Argentina. Allí adquirieron una vivienda en un barrio exclusivo de la provincia de Córdoba.
El intento de establecerse en el país ocurrió solo cuatro días antes de que se confirmara la fuga de Fito de la cárcel La Roca. El 5 de enero de 2024, el Gobierno argentino ordenó la expulsión de la familia Macías. Fueron trasladados en un vuelo directo hacia Guayaquil.
La captura en Manta
Tras casi 18 meses de su fuga, Fito fue recapturado en Manta ayer. Ahora enfrenta una posible extradición a Estados Unidos, donde también es requerido por delitos relacionados con el narcotráfico. Aunque debilitada, la estructura de Los Choneros no ha desaparecido. Operan a través de células autónomas como Los Fatales y Las Águilas, y conservan presencia en al menos 10 provincias del país. En las cárceles, siguen teniendo influencia, aunque fragmentada por la intervención militar, indica InSight Crime.
Sus alianzas internacionales —con el Cártel de Sinaloa, disidencias de las FARC y mafias albanesas— continúan activas, señalan expertos. Sin embargo, la rivalidad con Los Lobos y otros grupos del Cártel Jalisco Nueva Generación ha dejado una marca profunda: Ecuador sigue en estado de alerta. (10)
.