El mundo del entretenimiento ecuatoriano se ha visto sacudido tras conocerse que Sarah Alarcón, hija de la expresentadora Gabriela Pazmiño Yépez, ha iniciado acciones legales contra el reportero de farándula Leonardo ‘Lazito’ Quezada. La demanda, presentada el pasado 9 de julio ante la Unidad Judicial Norte 1 Penal de Guayaquil, acusa a Lazito de contravención de cuarta clase, prevista en el artículo 396 del Código Orgánico Integral Penal (COIP). Este sanciona expresiones que atenten contra el honor o la reputación de una persona.
De ser hallado responsable, Quezada podría recibir una pena privativa de libertad que va de 15 a 30 días. Además de una reparación integral del daño causado, según detalla el documento oficial.
Las acusaciones de Sarah Alarcón: “una feroz campaña de desprestigio”
De acuerdo con la denuncia presentada por el abogado Carlos Luis Sánchez, Sarah Alarcón asegura que Lazito emprendió una “feroz campaña de desprestigio” a través del programa Los Hackers del Espectáculo. Mismo que se transmite por Ecuavisa, y mediante publicaciones en redes sociales. Según el documento, estas acciones habrían afectado gravemente su imagen pública, causándole perjuicios morales y económicos.
La influencer explicó que su trayectoria en medios digitales y televisión se basa en el buen nombre y la reputación. “Esa tenaz campaña de desprestigio ha venido acompañada de numerosas publicaciones, que me han causado un grave perjuicio. Se ha conducido a la opinión pública a concluir que me he entrometido en medio de una relación estable”, señala el escrito.
Además, la denuncia indica que Lazito habría insinuado que Sarah era la “manzana de la discordia” en la ruptura sentimental entre Virginia Limongi y Cezar Augusto, compañero de Alarcón en el reality Soy El Mejor de TC Televisión.
¿Cómo empezó la polémica?
La controversia surgió tras la ruptura de Virginia Limongi y Cezar Augusto, un tema que fue ampliamente comentado por medios de farándula. Sarah Alarcón, quien trabaja en el mismo reality que Augusto, fue abordada por reporteros —entre ellos Lazito— a la salida de las instalaciones de TC Televisión. Mientras permanecía en su vehículo, se negó a dar declaraciones, argumentando que el canal exige autorización previa para conceder entrevistas a otros medios.
Estas imágenes fueron reproducidas y comentadas por más de una hora en el programa Los Hackers del Espectáculo. En él presuntamente se habrían emitido comentarios que cuestionaban la moral de Sarah y afectaban su reputación.
Posible condena y reparación
El proceso legal busca que el juez sancione a Leonardo Quezada conforme al numeral 1 del artículo 396 del COIP. Es decir, imponer una pena privativa de libertad de hasta 30 días, así como una reparación integral por los daños ocasionados. En los próximos días, notificarán oficialmente a Quezada del proceso.
Por el momento, Lazito no se ha pronunciado públicamente sobre la denuncia. Sin embargo, el caso ha generado debate entre seguidores y medios de farándula, quienes siguen atentos a las próximas audiencias y resoluciones judiciales.
Sarah Alarcón explica el impacto en su vida profesional
La joven, que se define como creadora de contenido digital y figura televisiva, argumentó que su reputación es clave para continuar desarrollando su carrera. En su denuncia, detalló que la campaña en su contra no solo ha provocado daño emocional, sino también económico, afectando contratos y oportunidades profesionales.
“Mi intachable trayectoria personal e imagen me han permitido llegar a participar en algunos proyectos de televisión y en medios digitales”, afirma Alarcón en el documento.
Lo que sigue en el proceso
De acuerdo con el procedimiento previsto por el Código Orgánico Integral Penal, tras la presentación formal de la denuncia, la justicia deberá analizar las pruebas y declaraciones de las partes involucradas. Dependiendo del avance, se determinará si Leonardo Quezada es responsable de la contravención y cuál sería la sanción correspondiente.
El caso pone nuevamente en debate los límites entre la cobertura mediática de la farándula y el respeto a la vida privada y reputación de las figuras públicas, especialmente en una era donde los contenidos digitales pueden multiplicarse rápidamente y tener un impacto mayor.