El azolvamiento continúa ganando terreno en el estuario del río Chone, provocando la desaparición de gran parte de su fauna marina.
Desde el puente Los Caras, que une Bahía de Caráquez con San Vicente, se observa un paisaje desolador: cuando la marea baja, el agua “desaparece” y emergen pequeños islotes de lodo.
Pablo Vélez, presidente de la Unión de Organizaciones Pesqueras Artesanales de Manabí (UOPAM), menciona que el último invierno aceleró el azolvamiento del estuario. Esto, porque el lodo que bajó de las colinas fue a parar al estuario que se sigue llenando de lodo.
Por esa situación, dice, las especies de peces ya no llegan al estuario. Ni siquiera logran entrar a desovar (liberar huevos) como lo hacían hace algunos años atrás. “Hace unos 15, 20 años atrás, por aquí andaban las canoitas, ancladas pescando con anzuelo, ahora ya no es porque está seco. Los peces ya no entran del mar a nadar ni a desovar. No pueden ingresar porque está seco”, insiste el dirigente.
El 90% de las especies han desaparecido
Vélez tiene 62 años y desde los ocho empezó a pescar con su padre. En esa época, la profundidad del agua en el estuario era de entre 12 y 15 metros. Había muchas especies de peces, incluso hasta tiburones, recuerda. Ahora, la parte más profunda no supera los cinco metros, mientras que las orillas no tienen más de 50 centímetros de profundidad.

De hecho, eso impide que las embarcaciones a motor puedan navegar con facilidad y deben esperar que suba la marea. En las riberas, el lodo impide la movilidad de las lanchas.
Este problema no es reciente y empezó hace más de 20 años, según pescadores de San Vicente, que son los más afectados por el azolvamiento. “Antes, hacíamos fondo para capturar alguna especie y veíamos que era profundo, pero se ha ido secando”, señala otro pescador que solicitó reservar su nombre.
¿Desaparecerán todas las especies?
Para el alcalde de Sucre, Carlos Mendoza, el problema del azolvamiento es visible y no se puede ocultar. Esto, dice, ha afectado la productividad acuícola porque el intercambio de agua del mar y del río, es un nutriente especial para muchas especies, pero ya no se da.
“Imagínese, azolvado la entrada del mar y la salida del agua de los ríos, va a ocasionar un grave problema para todas estas especies”, advierte.
Las pocas especies que aún se encuentran en el estuario, son camarón, lisa, jaiba y algún otro pez que llega con la marea alta. Luis Zambrano, pescador de la zona, aprovecha esas mareas para pescar. Cuando baja la marea, debe caminar entre lodo y tierra para llegar a su embarcación.

Los pescadores coinciden en que la construcción de camaroneras, la deforestación y nuevas edificaciones aceleraron el azolvamiento. En este invierno, los deslizamientos de las colinas aumentaron el problema.
La solución, insisten, es el dragado del estuario. “Es costoso, pero depende de lo que quieran las autoridades”, dice Vélez, quien pide más apoyo para este sector pesquero.
Sólo en San Vicente, existen 300 embarcaciones, lo que representa que al menos 600 familias viven directamente de la pesca. A esto se suman los comerciantes, gaveteros y otros trabajadores. “Esa gente vive de lo poco que sacamos”, indica el pescador.