Por años, María Alexandra Sabando Espinosa —o simplemente Alexas, como la conocen todos en Miami— ha aprendido a usar sus dones con propósito. Ella triunfa como maquilladora profesional, a la vez que comparte sus conocimientos.
Según contó, desde hace cinco años está radicada en Estados Unidos. “Yo llegué a Miami porque me gané un premio con todos los gastos pagados para venir a un Masterclass con mi maestra de Europa, que vino y era el evento del 8 de marzo del 2020 donde íbamos a recibir una clase con todas las alumnas. Vine un mes antes para hacer algo de turismo, pero justo llegó la pandemia y se cerraron los aeropuertos. Me quedé encerrada en un cuarto, sin poder salir. Entonces dije: ‘No voy a estar aquí mirando cuatro paredes’. Encontré un equipo de sonido y empecé a hacer en vivos por Facebook, dando serenatas a capella. Lo hacía sola, desde mi teléfono que traje de Ecuador. La gente empezó a conectarse, a mandar corazones, y así fue como muchos en Miami comenzaron a conocerme”, dijo.
Alexas y su gran pasión
Entre brochas, cámaras y canciones, esta ecuatoriana oriunda de Bahía de Caráquez ha hecho mucho más que destacar en la televisión y el maquillaje profesional: ha acompañado a mujeres que sufren. Mujeres que, como ella, también migraron, también lucharon, y también soñaron.
“Yo no enterré mis talentos. Dios me los dio y yo se los devuelvo multiplicados”, dice convencida. Sus palabras parecieran anclarse en una imagen bíblica que ha marcado su camino desde la infancia: la parábola de los talentos.
Y no es casual. Alexas estudió en una escuela mercedaria de Calceta, y esa formación espiritual dejó huella. “Yo soy una mujer creyente”, explica. Y aunque no se encierra en iglesias “las 24 horas ni todos los domingos”, afirma que cada vez que le ocurre algo bueno, “yo doblo rodillas y digo: gracias, Señor”.
Esa conexión con lo divino no es abstracta. La fe se le manifiesta en hechos. Como el proyecto que colabora, al que han llamado “La Casita”. Un espacio íntimo y sanador para mujeres migrantes víctimas de violencia. “Quiero que se sientan en casa, que sientan que hay un lugar para ellas… mujeres que han sido violentadas, que han sido maltratadas psicológicamente, que han sido golpeadas, que han sido abusadas… Yo quiero que ellas sanen desde el alma”.
No olvida la tierra que la vio nacer
Alexas habla con la misma ternura con la que recuerda a su abuela, quien acaba de cumplir 100 años. “Mi abuela Dioselina Espinoza Navarrete es el amor de mi vida… fui allá desde el 13 de abril a celebrar los 100 años de mi abuela”. Ecuador está siempre cerca de su corazón: la comida, la gente, los paisajes. Pero su vocación de servicio no tiene fronteras.
Desde Miami, ha maquillado a celebridades como Miriam Cruz. “Cuando llegaron Miriam Cruz, yo la maquillé… y después convertirme en su maquillista cada vez que llega aquí… para mí eso es inolvidable”. Pero lo que más la emociona no es el brillo del espectáculo, sino los espacios donde puede hablar de Dios. “Eso es la radio que te digo que siempre me invitan… es católica, se habla de Dios”.
A mitad de la conversación, Alexas deja consejos sencillos pero poderosos, nacidos de la experiencia:
“Nunca trabajen por obligación, trabajen con felicidad”.
“Haz de un trabajo incómodo un trabajo que te llene”.
“Sonríe todo el tiempo, aunque estés pasando por un mal momento, porque tú no sabes quién te está mirando”.
“Levántate todos los días con entusiasmo, con felicidad, con energía”.
Para ella, el amor a Dios y al prójimo van juntos. “Si yo amé a Dios y me amé a mí, yo puedo amar a los demás”. Lo repite con la fuerza de quien ha vivido desde la fe. “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente… Y honra a tu padre y tu madre… y tu vida tendrá bienaventuranza eterna”.
Alexas lo tiene claro: servir a otros no es opcional. Es parte del mandato que un día aprendió entre las aulas mercedarias y que hoy, entre mujeres heridas y brochas de maquillaje, sigue cumpliendo. (13)
