Singapur lidera la aprobación y comercialización de carne cultivada, un sector en crecimiento global que busca transformar la producción alimentaria mediante avances tecnológicos para un futuro sostenible. El 5 de agosto de 2013, el farmacólogo holandés Mark Post presentó en un evento transmitido en vivo la primera hamburguesa de carne cultivada, marcando un hito que daría inicio a una incipiente industria. Este avance representa un paso crucial en la búsqueda de soluciones a los desafíos de la ganadería tradicional y la seguridad alimentaria.
La técnica detrás de la carne cultivada es conceptualmente simple, aunque tecnológicamente compleja. Inicia con la extracción de células musculares de un animal mediante una biopsia indolora. Estas células se cultivan en un medio rico en nutrientes dentro de biorreactores de alta tecnología. Con el tiempo, las células se multiplican y forman tejidos que buscan emular la estructura y composición de la carne convencional. Según sus promotores, este método reduce la necesidad de la cría y el sacrificio de animales, lo que podría generar un impacto ambiental significativamente menor en comparación con la ganadería tradicional.
Un proceso innovador pero costoso
A pesar de los avances tecnológicos, los precios de producción continúan siendo un obstáculo importante. Inicialmente, producir un kilogramo de carne cultivada costaba miles de dólares. Gracias a mejoras en la eficiencia y la escala de producción, los costos han disminuido, pero aún están lejos de competir con la carne tradicional. «El momento en que veremos carne cultivada en los supermercados dependerá de las inversiones públicas y privadas. El desafío es lograr la escala al costo», señaló el bioingeniero estadounidense David Kaplan en diálogo con el portal de noticias Infobae.
La aceptación del público también desempeña un papel crucial. Matti Wilks, psicólogo de la Universidad de Edimburgo, investigó la evolución de la percepción del consumidor. Observó que «muchas personas están abiertas a probarla y reconocen sus beneficios ambientales y éticos, aunque la idea de que no es natural sigue siendo un obstáculo para su aceptación masiva». Wilks también destacó que los jóvenes que residen en entornos urbanos y poseen una mentalidad progresista suelen ser más receptivos a esta innovación alimentaria.
El mercado de la carne cultivada
El potencial de la carne cultivada no se limita a emular la carne convencional. Los investigadores están trabajando en adaptar su composición nutricional y personalizar productos según las necesidades específicas de los consumidores. «Podemos controlar el contenido celular y optimizar nutrientes, sabor y aroma. En el futuro, podríamos tener carnes diseñadas específicamente para diferentes necesidades dietéticas», enfatizó Kaplan. Esta capacidad de personalización abre nuevas avenidas para la creación de alimentos funcionales y dietas más saludables.
En los últimos años, se han registrado varios hitos que han permitido que la carne de laboratorio trascienda el ámbito experimental. China, un actor clave en la industria alimentaria global, ha incluido la carne cultivada en su plan agrícola a cinco años. Singapur ya comercializa su producto, compuesto por un 3% de pollo cultivado y el resto de origen vegetal, en carnicerías especializadas, convirtiéndose en el primer país en aprobar un producto de «carne cultivada» para la venta comercial.
Las investigaciones millonarias
En Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó el consumo de pollo cultivado de la compañía UPSIDE Foods, lo que impulsa un mercado más amplio en el futuro cercano. Singapur ha invertido decenas de millones de dólares en la investigación y desarrollo de nuevas formas de producción de alimentos debido a su limitada superficie cultivable y la importación del 90% de sus alimentos.
Esta ciudad-estado ha analizado la agricultura urbana y vertical, ha aprobado insectos para el consumo humano y ha otorgado subsidios significativos para cultivo de carne. Si bien el éxito de Singapur podría tener implicaciones globales, para muchos expertos, la carne cultivada en laboratorio aún no ha cumplido completamente su promesa de reemplazar la carne tradicional y mitigar el cambio climático al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la ganadería. (10)