Pakistán vive días de luto y furia tras el asesinato de Sana Yousaf, una creadora de contenido de solo 16 años que acumulaba más de un millón de seguidores en TikTok. La joven fue asesinada a tiros por su propio padre en Rawalpindi, después de negarse a cerrar su cuenta en la red social.
Según informaron las autoridades locales, el padre confesó haber disparado a su hija y luego intentó alterar la escena del crimen para simular un suicidio. Las primeras pericias, sin embargo, evidenciaron lo ocurrido y desmontaron esa versión.
Horas antes de perder la vida, Sana había publicado una foto celebrando su cumpleaños, la última que compartiría con sus seguidores. Ahora, su perfil se ha convertido en un espacio de despedidas y mensajes que claman justicia.
Primeras sospechas y versión oficial
En un inicio, la policía investigaba a un joven de 22 años, Umar Hayat, como posible implicado en el asesinato, basándose en la hipótesis de un conflicto sentimental. Sin embargo, la investigación confirmó que fue el padre quien la mató, motivado por el «honor» familiar.
Una violencia que se repite
Este caso no es aislado. En Pakistán, los crímenes de honor siguen cobrando la vida de decenas de mujeres cada año. Solo en 2024, se reportaron casos como el de Maria Bibi, de 22 años, estrangulada por su hermano mientras este lo grababa en video, también bajo el argumento de haber deshonrado a la familia.
Organizaciones feministas y de derechos humanos insisten en que estas muertes son la consecuencia directa de estructuras sociales profundamente patriarcales y de leyes que, en muchos casos, permiten a los asesinos eludir condenas duras si son “perdonados” por la propia familia.
El doble riesgo para mujeres que se exponen en redes sociales como Sana
Sana se había convertido en un referente local por sus videos mostrando la cultura, música y vestimenta tradicional de Chitral, su región natal. Sin embargo, como muchas otras jóvenes paquistaníes, enfrentaba críticas y amenazas por su visibilidad pública.
En un país donde las mujeres ganan hasta un 25% menos por hora que los hombres (según la OIT), plataformas como TikTok se han convertido para muchas en una vía de independencia económica y expresión. Pero esa exposición también incrementa el riesgo de violencia digital y física.
Clamor por justicia para Sana
El asesinato de Sana ha generado protestas dentro y fuera de Pakistán. Colectivos feministas exigen que el padre sea juzgado con todo el rigor de la ley. Y piden reformas urgentes para acabar con los crímenes amparados en supuestos códigos de honor.
Su historia, trágica y breve, refleja un problema que trasciende las fronteras: la violencia de género que se alimenta del control, el miedo y el silencio. Hoy, la voz de Sana resuena más fuerte que nunca, a través de los mensajes de quienes no están dispuestos a callar.