En 1735, la Academia de Ciencias de Francia, bajo el mandato de Luis XV, organizó una expedición para comprobar si la Tierra era achatada en los polos o alargada en el ecuador. Para ello, envió una misión al Virreinato del Perú, donde se ubica hoy Ecuador, con el objetivo de medir un grado de latitud en la línea ecuatorial.
La expedición estuvo integrada por Louis Godin, Pierre Bouguer y Charles-Marie de La Condamine, acompañados por técnicos, oficiales españoles y colaboradores locales. Se pretendía comprobar empíricamente la teoría de Isaac Newton, quien afirmaba que la Tierra estaba achatada por los polos, frente a las ideas contrarias de René Descartes.
La misión al ecuador se complementaba con otra enviada a Laponia (actual Finlandia), para comparar ambos resultados y definir la verdadera forma del planeta.
Obstáculos geográficos, humanos y científicos
A diferencia de la expedición a Laponia, que concluyó en pocos meses, la travesía por Sudamérica duró casi nueve años, enfrentando múltiples desafíos. El equipo cruzó el Amazonas, ascendió los Andes y trabajó a más de 4.000 metros de altitud, en condiciones climáticas extremas.
Las mediciones geodésicas se realizaban mediante triangulación, usando picos montañosos como puntos de referencia. Solo levantar el primer triángulo, en el volcán Pichincha, llevó cuatro meses. En total, subieron más de 25 montañas, incluyendo el Cotopaxi (5.900 m).
El equipo también enfrentó tensiones internas, como rivalidades entre los líderes científicos, y externas, como la hostilidad local. Uno de los miembros, Jean Séniergue, fue asesinado en Cuenca, otro desapareció en la selva y uno murió tras caer de un campanario. Además, sufrieron obstrucción burocrática, falta de fondos y enfermedades tropicales como la fiebre amarilla.
Resultados geodésicos de alta precisión
Pese a las dificultades, el equipo logró medir con gran exactitud la longitud de un grado del meridiano en el ecuador: 110.613 km, frente a los 111.948 km medidos por la misión de Maupertuis en Laponia. Esta diferencia confirmó la teoría newtoniana de que la Tierra es un esferoide achatado en los polos.
Según el científico Bernard Francou, el margen de error de la expedición en Ecuador fue de apenas 60 metros, comparado con los 390 metros del equipo en Laponia. Aun así, cuando sus datos llegaron a París, el debate científico ya había sido resuelto, lo que restó atención a sus logros.
Aportes científicos más allá de la misión
Además de confirmar la forma de la Tierra, la Misión Geodésica Francesa dejó múltiples aportes científicos. La Condamine, durante sus exploraciones en la Amazonía, documentó por primera vez el uso del caucho por parte de pueblos indígenas. Este material, extraído del árbol Hevea brasiliensis, sería clave para el desarrollo industrial en los siglos siguientes.
También descubrió que la quinina, entonces el único tratamiento contra la fiebre amarilla, solo era efectiva si se extraía de especies específicas del género Cinchona. Este hallazgo mejoró la eficacia médica en Europa y América.
Otro legado fue la idea de una medida universal. La Condamine propuso crear una unidad basada en el planeta mismo. Décadas más tarde, en 1795, Francia adoptó oficialmente el metro como la diez millonésima parte del meridiano terrestre entre el polo norte y el ecuador.
Influencia en la identidad nacional de Ecuador
Más allá del campo científico, la misión influyó en la identidad territorial del pueblo quiteño. Según el historiador Jorge Núñez Sánchez, la presencia prolongada de los científicos europeos y el reconocimiento del valor geográfico de la región impulsaron una «conciencia geográfica» criolla, señala un reportaje de la BBC.
Estas ideas, junto con las influencias del Iluminismo, estimularon movimientos independentistas. El 10 de agosto de 1809, en Quito, se proclamó el Primer Grito de Independencia, paso inicial hacia la creación de la República del Ecuador.
El nombre del país, de hecho, proviene directamente de esta expedición. Al destacar la ubicación en la línea ecuatorial, los científicos europeos la llamaron “la tierra del ecuador”, nombre que sería adoptado oficialmente tras la independencia.
Una huella duradera en la ciencia y en América Latina
El impacto de la Misión Geodésica Francesa trascendió a sus protagonistas. Sirvió de inspiración para posteriores exploraciones científicas en Sudamérica, como las realizadas por Alexander von Humboldt, Aimé Bonpland y Charles Darwin.
En palabras del historiador Larrie Ferreiro, la expedición “abrió los ojos de Europa sobre el Nuevo Mundo” y marcó un cambio en la percepción científica del continente. Aunque su objetivo inicial ya había sido alcanzado por otros, su legado quedó plasmado en avances científicos, descubrimientos médicos y la construcción de nuevas naciones.
Francia fue uno de los primeros países en reconocer a Ecuador como nación independiente, cerrando así un ciclo iniciado con una expedición geodésica, cuya importancia superó con creces los límites de la ciencia. (10).