La cárcel de Stanford: El controvertido estudio que marcó la psicología social

El Experimento de la Cárcel de Stanford, liderado por Philip Zimbardo en 1971, mostró cómo el entorno transforma el comportamiento humano. Pese a su impacto, enfrenta críticas por su metodología, pero sigue siendo clave para entender la influencia del contexto en la conducta.

•‎

5 minutos de lectura
El experimento de la cárcel de Stanford, realizado en 1971, fue un estudio de psicología social dirigido por el profesor Philip Zimbardo.
El experimento de la cárcel de Stanford, realizado en 1971, fue un estudio de psicología social dirigido por el profesor Philip Zimbardo.
El experimento de la cárcel de Stanford, realizado en 1971, fue un estudio de psicología social dirigido por el profesor Philip Zimbardo.
El experimento de la cárcel de Stanford, realizado en 1971, fue un estudio de psicología social dirigido por el profesor Philip Zimbardo.

Redacción

Redacción ED.

En 1971, un experimento psicológico en la Universidad de Stanford, dirigido por el profesor Philip Zimbardo, demostró cómo un entorno carcelario simulado llevó a estudiantes a adoptar conductas sádicas y sumisas en solo seis días, forzando la suspensión del estudio. Realizado en el sótano del Departamento de Psicología, el experimento buscaba analizar la influencia del contexto en el comportamiento humano, inspirado en los juicios de Nuremberg y el estudio de obediencia de Stanley Milgram.

Zimbardo seleccionó a 24 estudiantes universitarios, mayormente blancos y de clase media, a quienes ofreció 15 dólares diarios por participar durante dos semanas en una prisión simulada. Los voluntarios fueron divididos aleatoriamente en dos grupos: 12 guardias y 12 prisioneros. Para hacerlo más realista, policías reales arrestaron a los “prisioneros” en sus hogares, acusándolos de delitos ficticios como robo. Los estudiantes fueron esposados, fichados y trasladados con los ojos vendados al sótano del Departamento de Psicología, convertido en una cárcel improvisada pero convincente.

La cárcel de Stanford, todo muy real

Los prisioneros recibieron uniformes humillantes: camisetas largas con números, sin ropa interior, sandalias de goma y gorras de nylon. Además, se les colocaron cadenas en los tobillos. Los guardias, por su parte, usaron uniformes militares y gafas oscuras para deshumanizar su interacción con los prisioneros. Aunque se les prohibió usar violencia física, los guardias recibieron libertad para mantener el orden.

El experimento dio un giro inesperado rápidamente. Desde el primer día, los guardias comenzaron a ejercer autoridad de forma abusiva, utilizando violencia psicológica para controlar a los prisioneros. Los identificaban solo por números, los obligaban a hacer flexiones, los enviaban a confinamiento solitario, los desnudaban y les colocaban bolsas de papel en la cabeza. También les negaban el sueño, una táctica reconocida como tortura psicológica.

“El primer día era solo un sótano con celdas falsas. Al segundo día, ya era una prisión real en la mente de todos”, explicó Zimbardo en una entrevista con la BBC en 2011. Los prisioneros, por su parte, mostraron signos de estrés emocional severo. Algunos desarrollaron desórdenes emocionales, mientras que otros se resignaron al maltrato. Clay Ramsey, uno de los participantes, relató a la BBC que la interrupción del sueño fue una de las tácticas más efectivas para quebrarlos. Sin embargo, solo un pequeño número abandonó el estudio antes de su finalización.

El experimento, planeado para durar dos semanas, fue suspendido tras seis días debido a la escalada de abusos y el deterioro psicológico de los participantes. Dave Eshleman, uno de los guardias, admitió haber interpretado su rol como un “juego actoral”, adoptando deliberadamente el papel de un guardia cruel para hacer el experimento más dinámico.

Raíces en el experimento 

El estudio de Stanford se inspiró en el experimento de obediencia de Stanley Milgram, realizado en 1961 en la Universidad de Yale. Milgram, motivado por los juicios de Nuremberg, buscaba entender hasta dónde una persona podía dañar a otra por seguir órdenes. En su estudio, 40 voluntarios fueron divididos en “profesores” y “estudiantes”. Los profesores creían que administraban descargas eléctricas de hasta 450 voltios a los estudiantes por errores en una prueba de memoria.

Aunque las descargas eran falsas y los gritos grabados, el experimento reveló que la mayoría de los participantes obedecían órdenes incluso cuando creían estar causando daño. Zimbardo llevó esta idea un paso más allá, examinando cómo un entorno opresivo podía transformar a personas “buenas” en abusadores o víctimas. Su hipótesis era que la situación, más que la personalidad, determina el comportamiento humano.

“La mayoría de nosotros podemos ser seducidos para actuar de manera atípica”, afirmó Zimbardo a la BBC, comparando los resultados con abusos reales, como los ocurridos en la prisión iraquí de Abu Ghraib en 2003.

Críticas y legado a la cárcel de Stanford

A pesar de su impacto, el experimento de Stanford ha enfrentado críticas significativas. Uno de los principales cuestionamientos apunta al rol de Zimbardo como “superintendente” de la prisión simulada. Los críticos argumentan que su participación activa, alentando a los guardias a ser más duros, comprometió la objetividad del estudio. Además, la selección de participantes y la falta de controles éticos han sido debatidos, especialmente porque los voluntarios no fueron informados completamente sobre las condiciones del experimento.

Con los años, el estudio ha sido objeto de análisis en libros, artículos y tres películas: una alemana en 2001 y dos de Hollywood en 2010 y 2015. Aunque algunos lo consideran un mito exagerado, Zimbardo defiende su validez, argumentando que demuestra cómo el entorno puede corromper el comportamiento humano. Su trabajo sigue siendo una referencia en psicología social, utilizado para estudiar dinámicas de poder, obediencia y deshumanización.

Contexto y relevancia

El experimento de Stanford se enmarca en una época de cuestionamientos éticos en la investigación psicológica. Los años 60 y 70 fueron testigos de estudios controvertidos, como el de Milgram, que desafiaron los límites de la ética científica. Ambos experimentos impulsaron cambios en las normativas éticas, exigiendo mayor transparencia y protección para los participantes en investigaciones. Hoy, el estudio de Stanford se utiliza en cursos de psicología, sociología y criminología, y su influencia se extiende a debates sobre el sistema penitenciario y los abusos de poder. (10)

SÚMATE AL NEWSLETTER

Recibe todos los días el ranking de las noticias más importantes.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Edición impresa

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP

¡Noticias al instante!

Entérate de lo más importante, al momento.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP

¡Noticias al instante!

Entérate de lo más importante, al momento.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Edición impresa

Noticias en la web

SÚMATE AL NEWSLETTER

Recibe todos los días el ranking de las noticias más importantes.

Edición impresa

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP

¡Noticias al instante!

Entérate de lo más importante, al momento.

1$us/mes

No te pierdas nada OFERTA RELÁMPAGO