En diciembre de 2021, cuando el mundo aún estaba envuelto en mascarillas y restricciones por la pandemia, Isaac Terán hizo las maletas rumbo a Rusia. Le esperaba la Universidad Politécnica de San Petersburgo y un futuro lleno de incógnitas. Pero Isaac no se dejó intimidar ni por el frío ni por el idioma. Viajó decidido a estudiar Economía con especialización en Empresa Digital.
Su esfuerzo académico no pasó desapercibido: obtuvo una beca del Ministerio de Educación ruso y fue seleccionado para un intercambio en China. Todo parecía marchar sobre ruedas hasta que perdió su pasaporte.
El viaje a China
Isaac viajó a China el 24 de febrero, con la maleta cargada de libros, planes y un pasaje de regreso a Rusia para el 15 de junio. Debía iniciar su último año de estudios, renovar su pasaporte, comenzar su tesis y realizar prácticas profesionales. Sin embargo, el 10 de junio, a solo cinco días del vuelo, su pasaporte desapareció dentro de su propia habitación en Pekín.
Lo buscó con desesperación, puso patas arriba la habitación. Lo buscó en aulas donde recibía clases. Su compañero de cuarto, un estudiante indonesio a quien había conocido, lo ayudó en la búsqueda. Pero el documento se esfumó. Lo más inquietante: días después, el compañero también desapareció sin dejar rastro. El indonesio ya había terminado su doctorado. Isaac sospecha que fue él quien robó el pasaporte, aunque no logra entender con qué propósito.
La embajada y el pasaporte
Ante la urgencia por el documento, Isaac acudió a la embajada ecuatoriana en China. Le ofrecieron dos opciones: un pasaporte digital de emergencia o uno ordinario, más completo pero con mayor tiempo de espera. Eligió este último. Logró recibir el nuevo documento en una semana. Pero el reloj migratorio ya jugaba en su contra: no podía transferir su visa de estudiante en Rusia al nuevo pasaporte sin antes volver a Ecuador.
Así, el 17 de julio, Isaac regresó obligatoriamente a su hogar en Manta, interrumpiendo el recorrido académico que había trazado. Hoy espera la carta de invitación de su universidad en Rusia para tramitar una nueva visa en Quito y poder volver a San Petersburgo a concluir sus estudios, un año, y presentar su tesis y luego, si todo sale bien, iniciar una maestría para la que ya cuenta con una oferta de beca.
Pero el regreso tiene un precio. El pasaje cuesta más de 1500 dólares a Rusia, por estar en temporada alta. La familia ha reunido parte del dinero, pero aún necesita 800 dólares. Ante ese desafío económico, surgió una idea cargada de música, amor y solidaridad: una velada cultural que se celebrará el 12 de agosto en La Sala Mac, organizada por su padre, el músico y concertista Hugo Terán, graduado en Cuba.
Una noche de arte para viajar a Rusia
La noche estará llena de acordes y emociones. Habrá guitarra, jazz, bossa nova, jazz latino y nueva trova. Participarán además Hugo y el músico Rodrigo de la Fuente. Las entradas tienen un valor de 10 dólares y todo lo recaudado será destinado al viaje de Isaac, para comprar el pasaje que lo lleve de vuelta a terminar su carrera.
Esta no es solo una historia de pasaportes perdidos. Es el testimonio de un joven de 25 años que persiste pese a los obstáculos y de una familia que, en lugar de rendirse, responde con arte y esperanza. En medio de guitarras y melodías, lo que se pone en juego no es solo un boleto de avión, sino el sueño de un futuro construido a pulso: el último año de estudios de Isaac y el inicio de un nuevo capítulo académico en el extranjero.
Y por eso, este jueves 14 de agosto, a las 8 de la noche, Hugo tocará su guitarra por su hijo.