El consumo de carne de perro ha sido documentado en varias regiones del mundo, especialmente en algunos países de Asia, África y partes de Oceanía. Aunque es una práctica cultural para ciertos grupos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y múltiples estudios científicos advierten sobre los riesgos sanitarios, además de los debates éticos y legales que genera.
Consumo de carne de perro: una práctica cultural en declive
El consumo de carne de perro se remonta a miles de años atrás, con registros históricos en la antigua China, Corea y otros lugares. En países como Vietnam o Nigeria, aún existen mercados donde se comercializa esta carne, usualmente sin regulación sanitaria. Sin embargo, la tendencia global va hacia su prohibición, impulsada por razones de bienestar animal, salud pública y evolución cultural.
En Corea del Sur, por ejemplo, el Parlamento aprobó en enero de 2024 una ley para prohibir gradualmente la industria relacionada con la carne de perro, con un plazo de tres años para eliminar su consumo, cría y comercialización. Mientras tanto, en China, la ciudad de Shenzhen fue la primera en prohibir oficialmente su consumo en 2020.
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Riesgos sanitarios asociados al consumo
Desde el punto de vista sanitario, la carne de perro no es recomendada para el consumo humano por organizaciones como la OMS, la FAO y el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos. Los principales riesgos incluyen:
- Transmisión de enfermedades zoonóticas, como la rabia, el cólera, o la triquinosis.
- Posible presencia de bacterias resistentes a antibióticos.
- Falta de controles veterinarios y sanitarios en su cadena de obtención.
Un estudio publicado en Veterinary Sciences Journal en 2023 concluyó que más del 40% de muestras de carne de perro analizadas en mercados asiáticos contenían agentes patógenos peligrosos para humanos.
Legalidad y normativa internacional
La legalidad del consumo de carne de perro varía ampliamente según el país. Mientras en Estados Unidos y la Unión Europea está prohibido, en otros como Vietnam o Camboya, no existen leyes claras que regulen esta práctica. Sin embargo, el creciente movimiento internacional a favor de los derechos de los animales está presionando para una prohibición global, respaldada por tratados como el Pacto de Bienestar Animal de la ONU.
En el plano religioso, doctrinas como el islam y el judaísmo también prohíben el consumo de carne de perro, considerándolo impuro. En países mayoritariamente cristianos, aunque no existe una prohibición doctrinal explícita, su consumo es socialmente rechazado.
Conclusiones científicas y perspectiva global
La evidencia científica actual no respalda el consumo de carne de perro como seguro ni recomendable para la salud humana. La falta de regulación en su obtención, los riesgos de transmisión de enfermedades y las implicaciones éticas hacen que múltiples organismos internacionales recomienden evitar su consumo.
Además, la percepción pública global está cambiando: en una encuesta de 2022 realizada por World Animal Protection, más del 70% de los encuestados en países asiáticos dijeron oponerse al consumo de carne de perro, una cifra que crece año a año.
A pesar de su presencia en algunas culturas, la tendencia mundial es hacia la erradicación de esta práctica, reforzando la importancia de estándares sanitarios globales y respeto al bienestar animal.