Diana Moncayo, la doctora heroína, tenía a cinco bebés a su cargo la noche del 16 de abril del 2016



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Una niña nació el 16 de abril del 2016, unos minutos antes de que la tierra empezara a temblar.
Vino al mundo por cesárea, su madre estaba en quirófano y los doctores terminaban la cirugía.
La bebé se encontraba en manos de Diana Moncayo, quien cumplía su guardia en el área de Neonatología, donde laboraba como residente.
Diana había ingresado a las siete de la mañana al hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) en Manta. El día se había resuelto sin novedad, dentro de los parámetros normales, digamos.
Tenía a su cuidado a dos bebés prematuros con bajo peso y dos más en estado de gravedad.  
La niña nació a las 6h48 de ese sábado del 2016, cuando se registró el  terremoto de 7.8 en Manabí 10 minutos después.
Como médico neonatóloga, su función era recibir a los bebés, limpiarlos y hacerle una serie de pruebas para obtener información necesaria y primordial sobre el estado en que nacieron.
Se encontraba limpiando a la niña y alistándola para entregársela a su mamá, cuando sintió que la tierra comenzó a moverse.
Cogió a la bebé en brazos y la puso en lugar seguro. En ese momento se apagaron las luces. Ella veía que desde el quirófano se caían los oxígenos y demás instrumentos médicos debido al terremoto.

> EL RESCATE. Una vez que dejó de temblar, Diana llevó al quirófano a la niña, pidió que la cubrieran y esperaran ahí. Se dirigió al primer piso del hospital, donde estaban los otros niños, entre ellos una bebé llamada Flor María.
En quirófano le pedían que no subiera, que arriba era peligroso, que el edificio se podía caer, pero una fuerza la impulsó y fue en busca de los bebés. Allí se encontró con una enfermera muy asustada por el estado de los menores. Cuando fue a buscarlos, se dio cuenta que alguien había puesto a los dos bebés de bajo peso en una sola incubadora, para protegerlos.
En ese momento subieron tres guardias y le brindaron ayuda para poder bajarlos. Tuvieron que cargar en peso la incubadora y alumbrar con el teléfono celular para evacuar.
Ella le pidió a la otra enfermera que pusiera a los otros dos pequeños en su pecho, y así salieron del primer piso, mientras las paredes se desmoronaban.
Diana no pensó en nada en ese momento, solo quería sacar a los pequeños de ahí. “Estábamos encariñados con esos niños, yo no pensé en la posibilidad de que volvería a temblar, solo me vi en la necesidad de ir por ellos y sacarlos de ahí. Al siguiente día me di cuenta que tenía miedo subir, no quería ir a buscar mis cosas porque vi realmente la magnitud de lo que había sucedido”, señala la doctora.

> A PIE.  La noche del 16 de abril, una vez fuera del edificio, se concentraron en el parqueadero. Ahí decidieron que debían evacuar, pues había especulaciones de un supuesto tsunami. Acordaron ir a un centro de salud en Montecristi con los dos bebés de bajo peso, pues necesitaban cuidados especiales y no podían irse a casa con sus familiares, pues su estado era de gravedad.
Allí pasaron la noche. Diana llamó a sus familiares y a su novio para saber cómo estaban, y una vez que le informaron que se encontraban bien y a salvo, emprendió su viaje a Montecristi sin dudarlo.
Las otras dos bebés fueron trasladadas a Guayaquil con la ayuda de militares, para recibir la atención que necesitaban.
Al siguiente día, la madre de Flor María llegó caminando desde Jaramijó en búsqueda de su pequeña. No había transporte y no consiguió otra forma de movilizarse que con sus pies. Diana la tenía sana y salva, después de haber pasado la noche de ese sábado junto a ella.
Diana tiene 34 años y ofreció sus servicios en el IESS desde el 2015 al 2017. Viajó a Cuba a una especialidad en neonatología. Regresó a Ecuador en diciembre del 2020, en plena pandemia. “Cuando recuerdo ese suceso, pienso que en ese momento no tenía idea de lo que había pasado, no estaba consciente de la magnitud del temblor, lo recuerdo todo como si fuera ayer”, agrega.

> UNA FOTO. Han pasado cinco años del terremoto del 16 de abril. Diana no pierde el contacto con la madre que llegó caminando desde Jaramijó a Manta en búsqueda de su hija y a quien ella cuidó la noche del terremoto como si fuera suya.
La bebé se convirtió en una niña sana, sigue su crecimiento por redes sociales, gracias a las publicaciones que su madre realiza.
Incluso fue invitada a uno de sus cumpleaños.
Una fotografía captura el momento: la bebé está en brazos de la doctora que la rescató de los escombros. 



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