Desde Texas, Grace Karen Suárez Cedeño, de 26 años, sigue sintiendo la fuerza de sus raíces como si todavía caminara por las calles de Santo Domingo de los Tsáchilas, «la tierrita» que la vio nacer y que ella describe con cariño como «un lugar mágico, casi que el ombligo del Ecuador por su ubicación geográfica que conecta la Sierra con Guayaquil, Esmeraldas y Manabí«.
La historia de Grace no solo es la de una migrante más. Es el relato de una joven ecuatoriana que ha sabido abrirse paso en un país ajeno sin dejar de mirar hacia atrás, hacia esos recuerdos donde se cruzan la familia, el sabor del maduro con queso y la calidez de los suyos. «Todavía siento que no me independicé de mis padres. Tengo una conexión muy fuerte con ellos, y en especial con mi papá«, confiesa.
Hija de Enrique Suárez y María Cedeño, creció entre Santo Domingo y Calceta, en Manabí. Estudió Ingeniería Agroindustrial en la UTM, extensión Chone, y solo le faltó la tesis para graduarse. Más adelante se inclinó por Ciencias Políticas.
Una travesía marcada por la inseguridad
En noviembre de 2022, emprendió junto a sus hermanos la difícil travesía hacia Estados Unidos. Atrás quedaba un panorama sombrío de extorsiones, matanzas y ‘vacunas’, pero también la familia, los amigos y en particular los progenitores, el pilar de la familia.
En enero de 2023 llegó a Texas tras una ruta compleja que incluyó selva, caminatas interminables y noches donde el hambre solo se aliviaba con recuerdos. «Extrañaba el maduro con queso, mi plato favorito».
Ya en suelo estadounidense, la vida le impuso nuevos desafíos. «En uno de los primeros restaurantes donde trabajé, me prohibieron hablar con los clientes, pues no dominaba a plenitud el idioma inglés«, recuerda. Pero no se rindió. Aprendió, se adaptó. «Ahora hablo un idioma raro, que tiene un poco de salvadoreño, mexicano, cubano y hondureño», dice entre risas. «Uno aprende a ser latino«.
Trabajo, estudio y una voz en redes desde Texas
#EcuatorianosEnUsa Grace Suárez, una joven de Santo Domingo de los Tsáchilas, cruzó fronteras para perseguir sus sueños. Hoy combina trabajo doble, estudios de Derecho y creación de contenido desde EE.UU., sin olvidar sus raíces ni su familia.@manavisionec pic.twitter.com/I8MG9t9Ued
— Manavisión Canal 9 (@manavisionec) May 29, 2025
Además de trabajar jornadas dobles en un restaurante de comida rápida y otro mexicano, Grace estudia Derecho en la Universidad de Espíritu Santo, en modalidad virtual, con la intención de algún día hacer una maestría y ejercer su profesión en EE.UU.
En medio de sus largas jornadas, encontró un espacio para expresarse y conectar: las redes sociales. Desde TikTok, comparte reflexiones sobre migración, identidad y emociones. «Trabajo en un Fast Food en las mañanas, en las tardes en un restaurante mexicano. En las noches hago contenido y los días que tengo libre estudio Derecho», afirma. Comenzó con un viejo iPhone 11 que compró con su primer sueldo como agente inmobiliaria en Ecuador.
Una de sus motivaciones fue especial. «Me motivó también un señor cuya esposa falleció víctima de cáncer y al cual le di clases de español en modalidad online. Pero los videos, además de hacerlos para las personas, me los dedico a mí, primero».
Nunca falta la oración del migrante por su tierra
A veces, en la quietud de la noche, se pregunta: «¿Qué estoy haciendo aquí?». Entonces cierra los ojos, piensa en Santo Domingo, en el Cantón Bolívar, en Quito, y eleva una oración por su país. Luego, abre WhatsApp, y ahí está la voz de su padre Enrique, que desde la distancia le recuerda: «Tú puedes, hoy es un buen día. Todos los días es una batalla, la adultez es una batalla».
Y así, entre el cansancio de las jornadas dobles, las clases a contratiempo y los videos que graba desde su pequeño rincón en Texas, Grace sigue adelante. No lo hace solo por ella, sino por todos los que alguna vez soñaron con un futuro distinto. Lleva a su Ecuador en el alma —no como un lugar lejano, sino como una llama encendida— y cada paso que da en esta nueva tierra es también un homenaje silencioso a sus raíces, a sus padres, y a la joven valiente que nunca dejó de creer. (36)