Cuando Digna Sarmiento llegó a Jacksonville en 2001, después de once años en Nueva York, no encontró ni rastro de su tierra en los estantes. “Cuando yo vine aquí a Jacksonville, no encontré ningún producto de Ecuador, yo me habitué a cocinar utilizando ingredientes de otros países”, recuerda. Esa carencia sembró la idea de acercar un pedazo de Ecuador a quienes, como ella, cargaban la nostalgia en la maleta.
Hoy, casi 35 años después de migrar, Digna mantiene en su tienda “Un rincón de Centroamérica” un pequeño pero cada vez más visible espacio para productos “Hecho en Ecuador”. “El ecuatoriano busca productos ecuatorianos. Obviamente el guatemalteco busca productos guatemaltecos”, explica. Pero su apuesta no se queda solo en servir a los suyos: también busca que otros latinos conozcan y prueben los sabores ecuatorianos.

Productos más vendidos
Entre los más vendidos destacan el tradicional “encebollado de pescado, que les encanta” disponible “tanto frisado como en lata”—, las galletas “Amor” que recuerdan a productos centroamericanos, y “el chocolate amargo, que es de Ecuador y que les encanta”. Incluso productos como el atún, el yogurt Tony o dulces clásicos ecuatorianos se han abierto espacio en las estanterías, despertando la curiosidad de clientes de otras nacionalidades.
Digna reconoce que muchos de estos productos llegan gracias a distribuidores especializados. “Tenemos una compañía que se llama Family Foods. El vendedor se está familiarizando con productos ecuatorianos, creo que está aprendiendo”, comenta.
La nostalgia impulsa a los migrantes a consumir «lo nuestro«, confiesa Digna.
La nostalgia juega un papel importante
El motor detrás de esta búsqueda de lo propio es, en gran medida, emocional. “Yo más pienso que es por la nostalgia”, reflexiona Digna. “Cuando nosotros vemos hecho en Ecuador, queremos consumir lo nuestro”. Y esa nostalgia no solo mueve a quienes llegaron de Ecuador siendo adultos; también alcanza a sus hijos nacidos en Estados Unidos. “Mis hijos nacieron aquí, pero ellos también, como se crearon conmigo, les introduje algo de nuestra cultura”, cuenta.
Aunque reconoce que “no hay mucho ecuatoriano” en Jacksonville, Digna afirma que sus productos han encontrado un mercado más amplio del que imaginó. “También se está dando a conocer mucho los productos de Ecuador a la gente centroamericana”, asegura. Y así, entre estanterías y sabores compartidos, la nostalgia de unos se convierte en curiosidad y gusto de otros.
Porque en cada producto ecuatoriano que cruza el mostrador, se vende más que un alimento: se vende memoria, identidad y un vínculo directo con el país que muchos dejaron atrás, pero que nunca han olvidado.
Por: Kike Perdomo. (MV).