Para muchos migrantes ecuatorianos, entrenar en el gimnasio era parte de la rutina diaria: un batido de proteína antes de salir, un saludo rápido en la puerta del edificio y un paseo corto hasta el local de barrio. Por unos 40 dólares mensuales se accedía a lo básico: pesas, máquinas de cardio y ese ambiente familiar donde todos se conocían. Más que un lujo, era una costumbre tan natural como el ceviche del fin de semana o el cafecito de media tarde.
Al llegar a Estados Unidos, todo cambia: el clima, la comida, el idioma, los horarios. Pero las ganas de seguir entrenando no desaparecen. Lo que sorprende es que, para quienes buscan lo esencial, entrenar aquí puede ser incluso más barato y con más variedad de opciones que en Ecuador.
En casi cualquier ciudad, desde Miami hasta Los Ángeles, se escucha hablar de Planet Fitness. Con más de 2.000 sedes repartidas por el país, esta cadena se ha vuelto la favorita de migrantes y locales. Por 10 dólares al mes se puede acceder a máquinas de cardio, pesas, duchas y, según la sucursal, sillones de masaje o áreas de relajación.
Opciones para todos los bolsillos y estilos

Existe además el plan “Black Card”, que cuesta 24,99 dólares mensuales e incluye acceso ilimitado a cualquier sede de Planet Fitness en todo Estados Unidos, zonas de bronceado y la posibilidad de llevar un acompañante gratis.
Pero no todo gira en torno a Planet Fitness. También están otras cadenas populares que captan la atención de muchos latinos:
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LA Fitness: presente en más de 20 estados, con mensualidades de 35–40 dólares más una matrícula inicial. Ofrecen piscinas, canchas de básquet y clases grupales.
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Crunch Fitness: con planes desde 15–30 dólares, muy conocidos por su ambiente juvenil y clases de zumba, spinning o HIIT.
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Gold’s Gym: legendaria entre quienes aman las pesas, con precios de 30–40 dólares dependiendo de la ubicación.
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24 Hour Fitness: ideal para quienes trabajan horarios cambiantes, pues abre prácticamente todo el día, con cuotas de 30–50 dólares.
Entrenar en ambiente latino
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— El Diario – Manabita (@eldiarioec) July 17, 2025
Además de las grandes cadenas, en ciudades como Nueva York, Nueva Jersey, Miami o Chicago —donde vive una gran comunidad ecuatoriana— hay gimnasios más pequeños, muchas veces latinos, que cobran entre 25–40 dólares mensuales. Ahí se entrena escuchando salsa, reggaetón o bachata, y se respira un ambiente cercano, casi de barrio. No es raro que la gente se salude en spanglish (mezcla de español e inglés) o intercambie recetas de comida típica entre serie y serie.
Mantener la rutina del gimnasio fuera del país no solo es cuestión de salud o apariencia. Para muchos, también es una manera de conservar algo familiar, una costumbre que conecta con las raíces. Entre caminadoras, mancuernas y saludos que mezclan inglés y español, se construye un pequeño pedazo del Ecuador al otro lado del continente.
El gimnasio termina siendo más que un lugar para entrenar: es un espacio donde se mezclan acentos, se comparten historias y se recuerda de dónde se viene. Al final, sudar cada mañana es también una forma de no soltar la identidad, aunque se esté a miles de kilómetros de casa. (36)