Un equipo internacional de investigadores ha revelado adaptaciones genéticas y fisiológicas únicas en las Haenyeo, las célebres buceadoras de la isla de Jeju, en Corea del Sur. Este descubrimiento, publicado el 2 de mayo en la revista científica Cell Reports, podría abrir nuevas vías para el tratamiento de trastornos de la presión arterial y otras afecciones.
La investigación, liderada por la genetista Melissa Ann Ilardo de la Universidad de Utah, en colaboración con científicos de Corea del Sur, Dinamarca y Estados Unidos, buscó comprender cómo estas mujeres logran bucear a profundidades de hasta 18 metros sin equipo de respiración, y si su extraordinaria capacidad es resultado de su ADN, del entrenamiento constante, o de una combinación de ambos factores.
Un estilo de vida extremo bajo el microscopio científico
La isla de Jeju, conocida como el «Hawái de Corea», ha sido hogar de las Haenyeo durante miles de años. Estas mujeres se sumergen diariamente durante horas para recolectar mariscos como erizos de mar y abulones, una práctica que mantienen incluso durante el embarazo y hasta bien entrada la vejez.
Esta actividad matrilineal, transmitida de generación en generación, ha fascinado a los científicos debido a la exigencia física que implica. Melissa Ann Ilardo y su equipo se propusieron determinar si esta habilidad se debía a una predisposición genética o a las adaptaciones desarrolladas a lo largo de una vida de inmersiones.
Para llevar a cabo su investigación, los científicos reclutaron a 30 buceadoras Haenyeo, 30 mujeres no buceadoras de Jeju y 31 mujeres de Corea del Sur continental, con una edad promedio de 65 años. Se compararon la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el tamaño del bazo de las participantes, y se secuenciaron sus genomas a partir de muestras de sangre. Un desafío clave fue simular de forma segura el estrés físico del buceo en apnea en participantes sin experiencia.
Para ello, se realizaron «inmersiones simuladas» donde las participantes contenían la respiración mientras sumergían su rostro en agua fría. Esta técnica activa el reflejo de buceo de los mamíferos, que provoca una disminución de la frecuencia cardíaca, un aumento de la presión arterial y la contracción del bazo, replicando las condiciones fisiológicas de una inmersión real.
Este enfoque innovador permitió a los investigadores observar las reacciones corporales sin poner en riesgo a las participantes mayores.
Hallazgos genéticos de las buceadoras
Los resultados del estudio revelaron diferencias significativas. Los participantes de Jeju, tanto buceadoras como no buceadoras, mostraron una probabilidad cuatro veces mayor de poseer una variante genética asociada con una presión arterial más baja en comparación con los coreanos continentales. Ilardo explicó que la presión arterial aumenta durante el buceo, pero en los residentes de Jeju, este incremento es menor.
Los investigadores sugieren que este rasgo podría haber evolucionado como un mecanismo protector para los fetos, dado que las Haenyeo bucean durante el embarazo, un período en el que la presión arterial alta puede ser peligrosa. Además, se encontró que los participantes de Jeju eran más propensos a presentar una variación genética relacionada con la tolerancia al frío y al dolor, aunque este aspecto requiere más investigación para confirmar su impacto en la capacidad de buceo durante el invierno.
El rol crucial del entrenamiento
Más allá de las adaptaciones genéticas, el estudio también destacó la importancia del entrenamiento. Las Haenyeo buceadoras mostraron una frecuencia cardíaca significativamente más lenta durante las pruebas de inmersión simulada en comparación con las no buceadoras, con una disminución de aproximadamente el 50% más. Este hallazgo subraya que años de práctica han permitido a estas mujeres desarrollar una capacidad fisiológica excepcional para conservar el oxígeno bajo el agua.
A diferencia de estudios previos realizados en comunidades de buceadores Bajau en Indonesia, donde se observaron bazos inusualmente grandes, los investigadores no encontraron un efecto significativo en el tamaño del bazo en las Haenyeo de Jeju al considerar otros factores como la edad, la altura y el peso.
El tuturo de una tradición milenaria
A pesar de estos fascinantes descubrimientos científicos, la práctica de las Haenyeo se encuentra en declive. Si bien en la década de 1960 superaban las 30.000, hoy quedan menos de 3.000 en activo, con una edad promedio de 70 años. Las generaciones jóvenes ya no están adoptando esta tradición matrilineal, lo que pone en riesgo de extinción una herencia cultural reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial.
La escasez de hombres en el pasado, debido a guerras o faenas de pesca, llevó a las mujeres a asumir el rol de buceadoras, creando una sociedad matriarcal única en Jeju. Esta tradición, documentada desde el siglo XVII, ha moldeado no solo el modo de vida de la isla, sino también su estructura social, con mujeres como sustento principal del hogar.
La labor de las Haenyeo es ardua y peligrosa, expuestas a riesgos como la descompresión y problemas auditivos, pero su resiliencia ha dejado una huella imborrable, no solo en la cultura coreana, sino ahora también en la comprensión científica de la adaptación humana. (10)