El 23 de mayo de 1934, Bonnie Parker y Clyde Barrow, la pareja de delincuentes más famosa de Estados Unidos, fueron abatidos en una emboscada policial en una carretera rural de Bienville Parish, Indiana. Los cuerpos de los amantes, acribillados por 167 disparos, marcaron el fin de una carrera delictiva que combinó robos, asesinatos y una historia de amor que capturó la imaginación de una nación. La operación, ejecutada por seis policías bajo órdenes estrictas, buscaba detener a los responsables de al menos 13 asesinatos, incluyendo varios agentes de la ley.
El Ford Deluxe robado, en el que Bonnie y Clyde viajaban, quedó reducido a un amasijo de metal tras la ráfaga de disparos. Los oficiales, liderados por el ranger Frank Hamer, no dieron oportunidad de respuesta a la pareja, siguiendo la directiva de frenar su ola de crímenes a cualquier costo. La acción no solo puso fin a sus delitos, sino también a la romantización mediática que los había convertido en figuras casi míticas, avergonzando a las autoridades que parecían incapaces de capturarlos.
Un final caótico y un fenómeno mediático
Tras la emboscada, la escena del crimen se convirtió en un espectáculo. Cientos de curiosos de Bienville Parish y pueblos vecinos acudieron al lugar, desbordando a los pocos policías presentes. Algunos tomaron souvenirs macabros: balas, fragmentos de vidrio del auto, un zapato de Bonnie e incluso un mechón de su cabello. Un hombre intentó cortar una oreja de Clyde, pero fue detenido por disparos al aire de los agentes. Una cámara precaria filmó los cuerpos y el vehículo destrozado, imágenes que, una semana después, llenaron los cines estadounidenses en los noticiarios previos a las películas, alimentando la fascinación pública.
Al día siguiente, la noticia dominó las portadas de los diarios nacionales. El Dallas Globe, que vendió 500.000 ejemplares tras el suceso, envió una corona al funeral como agradecimiento por el aumento en sus ventas. El entierro de Bonnie y Clyde atrajo a más de 20.000 personas, un reflejo de la curiosidad colectiva en una era sin televisión, donde los eventos de esta magnitud se vivían en persona.
Una vida de crímenes y amor apasionado
Clyde Barrow, de 24 años, y Bonnie Parker, de 23, comenzaron su carrera delictiva tras conocerse en 1930 en la casa de una amiga. Clyde, un ladrón de autos desde la adolescencia, había entrado y salido de prisión varias veces. Su historial incluía un homicidio en la cárcel, donde mató a un recluso que lo había agredido. Bonnie, divorciada a los 19 años, se unió a él en una relación marcada por cartas apasionadas que ella le escribía durante sus encarcelamientos.
“Nunca se me pasó por la cabeza quererte. Ya estaba decidido en mí cuando lo supe”, escribió Bonnie, según el periodista Juan Forn, reflejando la intensidad de su vínculo. Juntos, lideraron una banda que robaba bancos, tiendas y estaciones de servicio, acumulando crímenes federales como el asesinato de policías. Su estilo impulsivo y la falta de planificación en sus atracos los mantenía en constante fuga.
Sin embargo, su popularidad explotó en 1933, cuando la policía encontró una cámara olvidada por la banda tras un tiroteo en un hotel. Las fotos, que mostraban a la pareja sonriendo y posando con armas, fueron publicadas por la prensa, convirtiéndolos en celebridades.
El magnetismo de Bonnie & Clyde
La fascinación por Bonnie y Clyde no se limitó a sus crímenes. Su historia de amor, combinada con un trato amable hacia algunos rehenes, alimentó una imagen romántica. En sus robos de autos, solían secuestrar a los conductores, llevarlos a otro estado y liberarlos con dinero para el regreso, ganándose testimonios que los describían como “afables” y “enamorados”. Esto llevó a algunos medios a compararlos con Robin Hood, pese a que no compartían sus ganancias y su historial incluía asesinatos.
Clyde, un admirador de los autos Ford, llegó a escribirle una carta al empresario Henry Ford elogiando la velocidad y confiabilidad de sus vehículos, especialmente el modelo V8. Irónicamente, fue un Ford Deluxe el que conducían al momento de su muerte. Bonnie, aunque nunca se confirmó que disparara un arma, era conocida por cargarlas con rapidez, contribuyendo al mito de su peligrosidad.
Un legado que perdura
Tras su muerte, Bonnie y Clyde se convirtieron en un arquetipo del delincuente romántico. Su historia inspiró películas como Bonnie and Clyde (1967), dirigida por Arthur Penn y protagonizada por Warren Beatty y Faye Dunaway, que marcó un hito en Hollywood. También dio lugar a decenas de libros, canciones como la de Serge Gainsbourg y Brigitte Bardot, y análisis sobre su impacto cultural. La pareja simbolizó la rebeldía en una época de crisis económica, capturando la imaginación de una sociedad que veía en ellos tanto peligro como romanticismo.
El interés por Bonnie y Clyde no ha disminuido en 90 años. Su historia, alimentada por su amor apasionado y su vida al límite, sigue siendo un referente cultural. Como dijo Bonnie en una ocasión, mirando a Clyde: “Ni siquiera la muerte nos va a poder separar”. Su legado, entre la realidad y la leyenda, demuestra que tenía razón. (10)