Artesanos de La Pila en Montecristi luchan contra la crisis económica y el olvido estatal

La comunidad de La Pila, en Montecristi, conserva su economía gracias a la cerámica artesanal, una actividad que enfrenta hoy serios desafíos para subsistir.

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La comunidad de La Pila, en Montecristi, conserva su economía gracias a la cerámica artesanal.
La comunidad de La Pila, en Montecristi, conserva su economía gracias a la cerámica artesanal.
La comunidad de La Pila, en Montecristi, conserva su economía gracias a la cerámica artesanal.
La comunidad de La Pila, en Montecristi, conserva su economía gracias a la cerámica artesanal.

Carlos Delgado

Redacción ED.

Carlos Delgado

Redacción ED.

Nacido en Jaramijó, el 11 de marzo de 1977, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, especialida... Ver más

En La Pila, parroquia rural de Montecristi (Manabí), alrededor del 60% de su población vive de la producción artesanal en barro. La actividad, desarrollada por generaciones, enfrenta un descenso en ventas desde 2020 debido a la crisis económica y la falta de apoyo estatal, según testimonios de artesanos y autoridades locales.

Un oficio transmitido por generaciones

La cerámica artesanal ha sido el pilar económico de La Pila, una parroquia manabita con aproximadamente 4.000 habitantes. El artesano Guillermo López Cedeño, con 35 años de experiencia, señala que este oficio se ha heredado por al menos cuatro generaciones.

“Primero fue la réplica en barro natural, trabajada a mano. Luego llegaron los moldes”, explica López. Aunque la técnica ha cambiado, la base sigue siendo el barro, traído de otras zonas. Las piezas deben secarse, hornearse durante tres o cuatro horas, enfriarse y finalmente pintarse. El proceso puede tomar hasta tres días.

En su taller se elaboran figuras como ángeles, caballos, chanchitos y negras grandes, con precios que oscilan entre 2 y 50 dólares, dependiendo del tamaño y detalle.

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La venta ha caído hasta un 60%

Desde el año 2020, los artesanos han enfrentado una fuerte caída en la demanda. “Antes esto parecía una fiesta los fines de semana”, recuerda López. Ahora, asegura que las ventas han bajado entre un 50% y 60%, afectando la economía de muchas familias.

El trabajo sigue, pero con menos dinamismo. “Ahora se vende poco y hay que trabajar más solo para lo necesario: la comida”, explica. Muchos habitantes han optado por migrar o buscar empleo en empresas privadas o en la agricultura.

Pese a esto, cerca del 60% de los habitantes sigue vinculado de alguna forma con la producción de artesanía.

Una parroquia con reconocimiento, pero sin apoyo

Neptalí Santana, concejal de Montecristi y representante de La Pila, confirma que la cerámica sigue siendo la actividad económica más importante del lugar. La parroquia también tiene una tradición agrícola, pero la alfarería es su carta de presentación nacional e internacional.

“La situación económica del país ha afectado a todos los sectores. Aquí no es diferente”, dice Santana. Aunque tienen esperanzas en que el nuevo gobierno establezca convenios de apoyo con las autoridades locales, hasta ahora no han recibido asistencia directa para este sector.

A esto se suma la inseguridad, que ha impactado a nivel nacional. “Todos sabemos lo que pasa. Hay que tener cuidado”, advierte el concejal, sin dar más detalles sobre hechos delictivos en la zona.

Patrimonio cultural en riesgo

La historia de La Pila está íntimamente ligada al trabajo con el barro. Según sus habitantes, la comunidad fue una de las pioneras en contar con Seguro Social Campesino, y su existencia se remonta al menos a principios del siglo XX.

Fue declarada Comuna el 30 de enero de 1938 y reconocida como parroquia rural de Montecristi en 1994. Hoy, su identidad gira en torno a la producción artesanal, que aún es motivo de atracción para visitantes que buscan recuerdos y regalos hechos a mano.

Sin embargo, el desinterés de los jóvenes y la escasa rentabilidad han puesto en riesgo la continuidad del oficio. “Unos estudian, otros se van. Ya no es como antes”, comenta López. La población envejece y no todos los hijos quieren seguir el camino de sus padres.

Oportunidades aún latentes

Pese a las dificultades, los artesanos de La Pila en Montecristi no han abandonado su oficio. Adaptarse ha sido clave. Hoy, muchos aprenden observando, sin acceso a capacitaciones técnicas ni formación formal.

Las piezas hechas en esta parroquia son reconocidas por su originalidad y calidad. “La gente que viene se lleva algo porque sabe que es de aquí”, asegura López. Entre los productos más pedidos están los caballos, ángeles y tortugas que identifican a la zona.

El potencial para desarrollar el turismo artesanal y cultural sigue ahí. Pero se requiere apoyo institucional, promoción, acceso a financiamiento y canales de comercialización más eficientes. Sin estas condiciones, una parte valiosa del patrimonio cultural manabita podría desaparecer.

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