Compártelo con tus amigos:

 Finalmente he sucumbido a la tentación: me he hecho formalmente la prueba del covid-19. Debo decir que es la experiencia más incómoda que he tenido, por supuesto que hay cosas peores. Realmente sientes que el hisopo te atraviesa parte del cerebro. Como lo he dicho antes, soy un poco hipocondríaca, y otra vez he vuelto a enfermar. Mis síntomas no son nada alarmantes, pero igual quise ir. La inversión económica es bastante: $65 que no tengo y que tuve que gastar, apelando a que el resultado me devuelva el sueño, si es negativo, por supuesto. Mis amigos cercanos dicen que no es nada, que se trata de un simple resfriado. Pero no hice caso. Esa impulsividad responde a las licencias adquiridas en este contexto de pandemia, donde todo es normal y entendible. Lo peor no es la prueba, lo peor es la espera. El resultado debe llegar por medio de un correo, con un máximo de 72 horas. Siento como mariposas en el estómago. Parafraseando a un poeta mantense: ¿Qué hago mientras espero? ¿Escribo un poema, me lo como? ¿Qué hago?