La actividad física constante puede reducir hasta un 40% el riesgo de muerte

Nunca es tarde para empezar a moverse: los investigadores destacan que incluso niveles moderados de actividad física ofrecen beneficios para la salud y la longevidad.
La actividad física constante puede reducir hasta un 40% el riesgo de muerte
A cualquier edad que se inicie el hábito de moverse se puede obtener beneficios.
La actividad física constante puede reducir hasta un 40% el riesgo de muerte
A cualquier edad que se inicie el hábito de moverse se puede obtener beneficios.

Kerlley Ponce

Redacción ED.

Kerlley Ponce

Redacción ED.

Nació en Portoviejo en 1998. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, mención Periodismo por la... Ver más

Mantenerse activo no solo mejora la calidad de vida en la vejez, sino que puede prolongarla. Así lo revela un análisis reciente de datos agrupados publicado en el British Journal of Sports Medicine. Allí concluyen que las personas que realizan actividad física de forma constante tienen entre un 30% y un 40% menos de riesgo de muerte por cualquier causa en etapas avanzadas de la vida. Incluso quienes se inician más tarde en la actividad física, aunque sea por debajo de los niveles recomendados, pueden reducir ese riesgo entre un 20% y un 25%.

La clave: moverse y sostenerlo en el tiempo

El envejecimiento es un proceso inevitable, pero cómo lo afrontamos depende en gran parte de nuestras elecciones diarias. Estudios de la Universidad de Queensland (Australia) confirman que nunca es demasiado tarde para cambiar de hábitos. Pasar de ser inactivos a activos reduce el riesgo de muerte por cualquier causa en un 22%. Mientras que quienes logran aumentar su nivel de actividad física en el tiempo libre ven una reducción de hasta el 27%.

Los investigadores recuerdan que las recomendaciones actuales para adultos son realizar entre 150 y 300 minutos semanales de actividad física moderada, o entre 75 y 150 minutos semanales de actividad vigorosa. Sin embargo, incluso niveles inferiores a estas metas pueden aportar beneficios notables para la salud.

Patrones de actividad física y sus efectos

El equipo revisó 85 estudios internacionales publicados hasta abril de 2024, que incluyeron entre 357 y más de seis millones de participantes. De ellos, 59 analizaron patrones a largo plazo, 16 evaluaron niveles medios de actividad física y 11 estudiaron el efecto acumulado sobre la mortalidad.

Los datos muestran que quienes mantuvieron un estilo de vida físicamente activo durante toda su vida adulta tenían un riesgo de muerte un 30% a 40% menor que quienes permanecieron inactivos. Por su parte, quienes incrementaron su actividad aunque fuera por debajo de lo recomendado, también obtuvieron un beneficio claro: entre un 20% y 25% menos riesgo.

Este efecto protector se observó sobre todo frente a enfermedades cardiovasculares, con un 40% menos de riesgo, y algo menos frente al cáncer (25% menos).

Algo de actividad siempre es mejor que nada

Uno de los mensajes clave del análisis es que cualquier nivel de actividad cuenta. Incluso si no se alcanza la cantidad máxima recomendada, mantenerse activo o incrementar la actividad reduce el riesgo de muerte frente a quienes permanecen inactivos.

Eso sí, el estudio advierte que quienes abandonan un estilo de vida activo no mantienen estos beneficios a largo plazo. Mantenerse en movimiento, aunque sea de forma moderada, es la verdadera clave.

“El inicio de la actividad física en cualquier etapa de la edad adulta ofrece beneficios para la supervivencia. Sin embargo, ser constantemente activo aporta mayores beneficios que haberlo sido solo en el pasado”, explican los autores del estudio.

Más allá de los números: calidad de vida

Los expertos destacan que no se trata solo de vivir más años, sino de vivirlos con calidad: mayor movilidad, mejor salud mental, menor dependencia y mejor control de enfermedades crónicas.

Además, advierten que la mayoría de los estudios analizados usaron cuestionarios de autoevaluación, lo que podría influir en la precisión de los datos. Aun así, las conclusiones son claras: iniciar o mantener la actividad física en la vida adulta tiene un efecto positivo demostrado.

Implicaciones para la salud pública

Los hallazgos refuerzan la importancia de diseñar políticas y campañas que no solo incentiven a las personas inactivas a moverse, sino que también apoyen a quienes ya están activas para que mantengan ese hábito a lo largo del tiempo.

Algo siempre es mejor que nada, pero ser constante ofrece mayores beneficios”, concluyen los investigadores.

Así, el mensaje para cualquier persona adulta que quiera mejorar su salud y prolongar su vida está claro: nunca es tarde para empezar, y nunca sobra seguir en movimiento.

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